Una moneda cilíndrica en 6 onzas de plata pura

Últimamente se repite y con demasiada frecuencia, aquello de “Creíamos que ya lo habíamos visto casi todo en materia de acuñaciones, pero tal país, o tal ceca nos sorprende con una nueva innovación tecnológica…” Pues bien, no hay más remedio que reiterar la frase, en esta ocasión dirigida hacia la Mennica Polska (Casa de la Moneda de Polonia, Ceca de Varsovia) y su, por ahora, moneda más avanzada del mundo: una pieza cilíndrica en plata pura, acuñada a nombre de Niue.

Durante la celebración de la pasada World Money Fair, en Berlín, la Mennica Polska (Casa de la Moneda de Polonia) y la empresa alemana ACSYS Lasertechnik presentaron la moneda con la tecnología más avanzada en el mundo: con formato cilíndrico se denominaba “Fortuna Redux” (Volver con la suerte), como símbolo de buena suerte en los negocios y el comercio.
La moneda ha sido acuñada por la Mennica Polska y emitida a nombre de Niue, con un valor nominal de 50 dólares neozelandeses, en plata pura y oro de 999 milésimas, en calidad proof, con peso de 6 onzas (186’6 gr.), diámetro de 32 mm. y espesor del canto o tercera cara de 22’10 mm. La acuñación consta de 2.500 ejemplares. La moneda ha sido diseñada por Urszula Walerzak.
La nueva moneda de la Casa de Moneda de Polonia está dedicada a Mercurio, dios romano de los comerciantes y viajeros, que fue representado a menudo en las monedas republicanas e imperiales de la antigua Roma. Se creía que atraía la buena suerte en los negocios y el comercio, y su bastón o caduceo alado protegía a los comerciantes.
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HMS Victory, nuevo objetivo de Odyssey

La empresa caza-tesoros estadounidense pretende extraer el botín de este buque de línea de tres puentes que naufragó en el Canal de la Mancha en 1744 con la financiación de una fundación creada por los herederos de los marineros. La controversia está servida y los medios británicos no han tardado en recordar el reciente litigo con España.
El 4 de octubre de 1744, una pavorosa tormenta arrastró al fondo del mar el navío HMS Victory,que navegaba bajo el mando del almirante Balchen, entre las islas del Canal de la Mancha. Allí permanecieron sus restos, junto con los de los 1150 marineros que iban a bordo hasta que a principios de 2009 la empresa caza-tesoros norteamericana Odyssey anunció que los había localizado unos meses antes.
La primera de las pruebas del hallazgo fue la recuperación de dos de los cien cañones con los que iba armado este navío de línea que llegó a ser el buque insignia de la flota del Canal. A primeros de 2012 se conocía que una fundación llamada Maritime Heritage Foundation, creada por un descendiente directo del almirante Balchen, había firmado un convenio con Odyssey para la recuperación de la nave. En él se especificaría que la compañía norteamericana obtendría el 80% del valor de las monedas y lingotes recuperados, que se calcula en cientos de millones de libras, y el 50% de otros objetos.

El problema principal es que el pecio se encuentra en aguas internacionales, de modo que no está protegido por las leyes de patrimonio británicas. Por otra parte, se trata de un buque de la Armada Real, no de una nave comercial. Si se tratara de un naufragio producido en el siglo XX, sería considerado una tumba de guerra y por tanto gozaría de inmunidad soberana. De ahí que el permiso necesario para la extracción de los restos deba proceder del Ministerio de Defensa. Desde luego la Marina Real ha sido, y es, muy puntillosa con la preservación de los pecios de sus grandes unidades hundidas en las dos Guerras Mundiales (casos de los H.M.S. Invincible, Queen Mary, Indefatigable, Hood, Prince of Wales, Barham, etc...) por citar los principales conflictos del siglo XX.
Desde que se conoció este convenio se han sucedido las reacciones en contra, por ejemplo las de lord Renfrew, desde la Cámara de los Lores. Como reputado arqueólogo, antiguo profesor en Cambridge, y recordando las recomendaciones de la UNESCO, ha calificado este proyecto como un ejemplo terrible de la comercialización de la herencia cultural. La legitimidad de la fundación de la “Herencia marítima” que pretende rescatar la nave, creada para tal efecto, se ha puesto en cuestión ya que no parece contar con medios para ello. Por otra parte, la sentencia contra Odyssey a favor del gobierno español, si bien no parece aplicable en el caso inglés por las diferentes circunstancias, no contribuye al prestigio de la empresa propuesta, más bien a todo lo contrario. La polémica aún no se ha resuelto y a pesar de las voces en contra desde distintos ámbitos de la cultura y de la protección del patrimonio, no se sabe qué decisión tomará el Ministerio de Defensa, aunque posiblemente no se haga esperar mucho más.