Moneda medieval encontrada por dos niños de forma fortuita.


Los niños Biel y Jordi han sido protagonistas en las últimas horas al haber ejercido de arqueólogos accidentales. Ambos, como muchos pequeños de su edad, jugaban a sus anchas como se dice en bon mallorquí trescant per fora vila, cuando realizaron un hallazgo valioso y sorprendente.

Entre la tierra descubrieron un pequeño objeto. Sin saber muy bien qué era se lo enseñaron a sus padres y estos, con gran tino, decidieron a su vez trasladarlo a personas expertas en la materia. Lo que encontraron Biel y Jordi, por casualidad, jugando en el campo resultó ser una moneda de alrededor de 700 años de antigüedad.


Así lo ha corroborado el Museu d'Història de Manacor, adonde los padres de los niños llevaron la moneda tras ser localizada. Allí una numismática, especialista en monedas antiguas, la limpió bien y la analizó, llegando a la conclusión de que esa pieza medieval fue acuñada en el siglo XIV, en tiempos del rey Jaume II, segundo hijo de Jaume I el Conqueridor y de Violant d'Hongria que reinó entre 1276 y 1311 con los títulos de rey de Mallorca, conde del Rosselló y la Cerdaña y señor de Montpeller.

Una vez referenciada y catalogada, la moneda medieval encontrada por los dos niños de forma fortuita quedará en el fondo del museo de la capital del Llevant. La entidad ha compartido en las redes sociales esta bonita historia, y ha agradecido a la familia mallorquina tanto su curiosidad como el hecho de «pensar en el Museu como un buen lugar para custodiarla».






Fuente: ultimahora.es

Colección de Monedas: Sólo necesitas estas 4 cosas para iniciar en la NUMISMÁTICA



La numismática es una ciencia auxiliar de la arqueología que trata del conocimiento de las monedas o medallas emitidas por un país, pero también se refiere a la afición de coleccionarlas. En nuestro país hay diferentes asociaciones de coleccionistas de monedas. 

En los últimos días ha incrementado el interés por la colección de billetes y monedas. Si tienes interés en empezar con esta actividad o bien quieres saber cómo mantener las piezas en buen estado para venderlas, aquí te presentamos cuatro cosas que tienes que tener.


1. Consigue una guía de monedas

Para conocer una moneda y su valor, es necesario tener una guía con la información detallada de la pieza. En estos textos se encuentran las medidas, el peso, año, acuñación, entre otras características que son necesarias conocer para no ser estafado o bien venderla por un buen precio.
Existen guías en papel y también páginas web donde podrás encontrar información.
 

2. Bascula y calibre

Ya que se conocen las características de la moneda, es necesario conseguir una báscula para monedas y un calibre. Estas permitirán al coleccionista verificar si el peso y medida de la pieza coincide con la información que está en su guía. Si los detalles no son los mismos puede que se trata te una pieza falsa o en mal estado.

3. Guantes o pinzas

Es recomendable adquirir unos guantes de algodón o bien unas pinzas para tocar las monedas, sobre todo aquellas que no se han puesto en circulación, ya que son las más valiosas entre los coleccionistas y se pueden vender a un muy buen precio.

 
4. Cartones o capsulas

De igual forma deberán conseguir hojas, cartones o cápsulas para mantener las monedas más valiosas a salvo de la humedad y el polvo, pues estos son los mayores enemigos de los coleccionistas de monedas.


Extras que deberías tener


Si realmente piensas introducirte en el mundo de la numismática tendrás que conseguir algunos artículos para la conservación de tus monedas, uno de ellos es una lupa. De acuerdo a los expertos preferiblemente de 7 aumentos, esto para ver los detalles de los ejemplares.

Finalmente, tener un álbum para guardar tu colección es una gran opción, además puedes hacer un registro, ya sea en un cuaderno o en formato digital.




Hallan un 'tesorillo' de monedas emirales en una iglesia visigoda de la Sierra de Madrid



En el cerrillo de El Rebollar, ubicado en la localidad madrileña de El Boalo, al pie de la sierra de Guadarrama, una pequeña comunidad visigoda erigió entre la segunda mitad del siglo VII y comienzos del VIII d.C. una iglesia rural. En el edificio, constituido por un aula rectangular de nave única y rematada en un ábside de planta cuadrada, celebraron sus rituales cristianos y enterraron a sus muertos hasta que fue abandonado y derruido durante la conquista musulmana de la Península Ibérica. En la Baja Edad Media, el templo sería reformado, usándose al menos hasta el siglo XVII.

¿Pero hubo entre ambas secuencias de ocupación algún asentamiento o presencia islámica? Ese es el misterio al que se enfrentan los arqueólogos tras el hallazgo de un tesorillo de dírhams fechados entre los años 810-818, es decir, durante el gobierno de Al-Hakam I, el tercer emir independiente de Córdoba. Se trata del conjunto monetal descubierto más al norte peninsular de todos los que se conocen para esta época. "Pero hasta el momento no hemos localizado cultura material ni estructuras en el yacimiento que se puedan asociar al periodo emiral", señala Javier Salido, profesor Arqueología de la Universidad Autónoma de Madrid.
  
Disposición de varios de los dírhams en el momento del hallazgo

El tesorillo lo conforman cinco piezas de plata, desenterradas en el interior de la nave en un nivel estratigráfico por encima de la ocupación del siglo VII. "Aunque es un conjunto poco voluminoso, proporciona una información numismática e histórica significativa, dada su singularidad, su fácil lectura, el excelente estado de conservación y el hecho de que se trate de monedas poco frecuentes en el centro peninsular", apuntan los investigadores. "Estas monedas evidencian una frecuentación del lugar en la primera mitad del siglo IX, periodo que coincide con el proceso paulatino de desocupación generalizada que se produce en los asentamientos rurales del territorio septentrional del distrito toledano", añade Javier Salido Domínguez.

Las acuñaciones, por la disposición en la que aparecieron, probablemente iban guardadas en un saquito y se perdieron de forma casual. "Son un testimonio esencial para comprender hasta dónde se registran conjuntos del periodo de Al-Hakam I", valora el arqueólogo. Se trata del lote más septentrional de todos los conocidos para el gobierno de este emir (796-822) y aporta nuevas evidencias sobre la presencia del numerario islámico en la Marca Media de Al-Ándalus. Como dato anecdótico, una de las piezas presenta una falta ortográfica, que puede explicarse como un despiste del grabador o como una variante dialectal muy común en diferentes regiones de influencia árabe.
 
Los dírhams de El Rebollar después de los trabajos de restauración del SECYR. 

El hallazgo de estos dírhams es otro de los grandes resultados que los investigadores de la Universidad Autónoma de Madrid están obteniendo en el yacimiento de El Rebollar, localizado en un pequeño cerro estratégicamente situado sobre una importante vía de comunicación desde tiempos prehistóricos. En el interior de la iglesia de 13 x 7 metros se ha hallado una docena de tumbas visigodas de individuos infantiles y adultos. Varias de ellas, gracias a análisis de carbono-14, han sido datadas entre los años 646 y 727 d.C. A diferencia de otros edificios de culto rurales de época altomedieval conocidos, las sepulturas no se encontraron expoliadas, sino en un excelente estado de conservación.

Una de las tumbas visigodas

Precisamente los materiales documentados en el ajuar que conforman los dos enterramientos principales han ayudado a corroborar la cronología. Son dos sarcófagos de granito, uno de ellos muy bien trabajado y pulido, que además contaba con una losa de cierre perfectamente labrada, con un rebaje a dos aguas. En esa tumba se depositaron los restos de una mujer y, en fechas posteriores, un segundo cuerpo de un varón, asociado a una botella de dos asas lisa y sin decoración del periodo visigodo. En la otra se documentó un cadáver masculino con dos anillos de aro filiforme circulares, dotados de chatones decorados cuadrados, también de época visigoda.
 
En la última campaña de excavaciones, en la zona de la iglesia donde se localizaron los dírhams, se descubrió una tumba más correspondiente a la etapa altomedieval. Tras la reforma de la cabecera del edificio en la primera mitad del siglo XV, el sitio recuperó su función de culto: en ese momento se enterraron nueve individuos infantiles perinatales. "Se depositan en fosas excavadas en los niveles de derrumbe de la nave de la antigua iglesia visigoda", explica Javier Salido. Dos de estos bebés fueron depositados con monedas —una de ellas colocada entre las manos enlazadas— que corresponden a blancas del reinado de Juan II, de la primera mitad del siglo XV.

Vista general del yacimiento de El Rebollar 

El edificio se mantuvo en uso al menos hasta el siglo XVII, momento en que la documentación del Archivo Diocesano de Madrid manifiesta la presencia de una ermita dedicada a Nuestra Señora del Sacedal. Los arqueólogos creen que la estructura excavada, y que todavía está siendo estudiada, se correspondería con en centro de culto que mencionan las fuentes. El futuro de las investigaciones pasa por continuar investigando en el entorno más inmediato del templo visigodo, donde está documentada una necrópolis asociada, con el objetivo final de crear un yacimiento visitable y adecuarlo para su comprensión.





Fuente: David Barreira - elespanol.com
Fotografías: Javier Salido


El rastro de la muerte en 53 monedas oretanas



El reflejo lejano de la guerra y la muerte. Son 53 monedas halladas en el yacimiento oretano de Libisosa (Lezuza, Albacete). Han sido descubiertas en tres puntos de este oppidum íbero que se levantaba sobre un cerro y que no pudo resistir las acometidas de las legiones romanas dentro de las guerras sertorianas (82 al 72 a. C). Junto a ellas, el cadáver de una niña, cuentas de un collar, clavos de viejos contenedores, cuchillos, ungüentarios, cerámica… Rastros de la huida desesperada de los moradores, como el de una pequeña de entre seis y nueve años, cuyo cuerpo, próximo a 16 monedas, quedó tendido en posición forzada en decúbito supino, con los brazos irregularmente flexionados y las piernas abiertas y estiradas longitudinalmente. Un golpe en la cabeza con un objeto romo le causó la muerte.

El reciente estudio, publicado en la revista Zephyrus, Tres conjuntos monetales de la destrucción del oppidum iberorromano de Libisosa (Lezuza, Albacete), de Héctor Uroz Rodríguez (Universidad de Murcia) y Alicia Arévalo González (Universidad de Cádiz), revela que en esta ciudad se han hallado en los últimos años tres excepcionales conjuntos monetarios, que suman 53 piezas de bronce (sin contar las que se han recuperado dispersas por diferentes edificios). Las monedas fueron descubiertas sobre el pavimento de dos calles ―una de ellas donde se encontró el esqueleto infantil― y un pequeño habitáculo del poblado iberorromano, que era sede de una oligarquía local y que se había “enriquecido por el comercio y por un temprano contacto con el agente itálico”.

La ciudad fue arrasada en una inesperada guerra, por lo que las pertenencias del interior de las viviendas y los edificios oficiales del asentamiento fortificado quedaron congelados en el tiempo. El arqueólogo Héctor Uroz, codirector de las excavaciones (con el apoyo de la Consejería de Cultura de Castilla-La Mancha, la Diputación de Albacete-Instituto de Estudios Albacetenses, el Ayuntamiento de Lezuza y las universidades de Alicante y Murcia), lo explica: “No se trata de tres tesorillos, sino del resultado de la destrucción instantánea del oppidum. Cada lote está formado por un homogéneo número de piezas iberas (y una romana) de este período tardorrepublicano, en su inmensa mayoría acuñaciones de la ceca de Castulo, a unos 200 kilómetros de Libisosa”.

El estudio osteoarqueológico indica que la niña “sufrió una muerte violenta provocada por un traumatismo sobre el parietal derecho llevado a cabo con un objeto contundente”. La descomposición del cuerpo se produjo en el mismo lugar en el que murió, así su cadáver fue cubierto por “una colmatación rápida, lo que permitió la conservación de la mayor parte del esqueleto ―a falta de la pierna izquierda― en su posición originaria”, lo que explica “su abandono y del conjunto monetario”. 

Además, y próximo a sus restos, se encontraron otros elementos que ayudan a confirmar el “carácter violento del suceso: un clavo de grandes dimensiones sobre la niña, quizás testimonio de algún tipo de estructura perecedera que ocultó a la vista el cadáver desde un primer momento y un cuchillo de hierro, que conservaba una cuenta de collar pegada al filo”. Al lado, y sobre la calzada, se halló también un conjunto material cerámico, en excelente estado de conservación, formado por un ungüentario, un recipiente de cerámica itálica y dos fusayolas (piezas que se usan de contrapeso).

Los tres conjuntos de monedas oretanas hallados en el yacimiento de Libisosa (Albacete).Héctor Uroz

Otras 18 monedas más se hallaron esparcidas en otra calle. “La forma en que aparecieron hace pensar que cayeron de un contenedor común, quizás algún tipo de caja, de la que podrían haber formado parte algunos de esos clavos hallados en su entorno directo”. El recipiente, al ser de material orgánico, ha desaparecido. “Muy probablemente serían portadas por su propietario mientras transitaba por la calle, acaso durante su huida”. Se trata, en este caso, de monedas de tipo corriente, para hacer frente a los pagos diarios, y abarcan entre los años 160/150 y 80 a.C., como detalla la especialista en numismática Alicia Arévalo.

El tercer grupo monetario (18 piezas) apareció sobre el pavimento de ese pequeño edificio oficial (Departamento 191, lo denominan los arqueólogos) que se excavaría años después, y que en el estudio interpretan como “la instalación de un puesto de pago o cambio monetario relacionado con el comercio. Es posible pensar en un factible punto de control y cobro de alguna tasa por parte de la clase dirigente”. Así pues, las monedas encontradas junto a la niña, probablemente también procederían de este edificio.

Esqueleto infantil hallado en el yacimiento

“Pensamos, en todo caso, que esta oligarquía local, ante el momento de inseguridad o asolamiento repentino por el que estaba pasando la ciudad, intentó poner a salvo el dinero allí guardado. Es más, cabe la posibilidad de que los lotes recuperados en las excavaciones arqueológicas no sean más que una parte de lo allí custodiado y que ciertas cantidades se hubieran podido salvaguardar con anterioridad”.

El oppidum de Libisosa es una fuente inagotable en los últimos tiempos de novedades arqueológicas. Recientemente, los expertos han dado a conocer que habían hallado más de treinta armas completas, entre ellas un espectacular casco de hierro, espadas, puñales, pila (jabalinas) y hasta proyectiles pesados para las máquinas de guerra, además de bocados de caballo y numerosas espuelas”. Libisosa era un asentamiento fortificado de unas 30 hectáreas, de las que los arqueólogos no han excavado ni el 10%.





Fuente:
Vicente G. Olaya - elpais.com