Localizada una moneda romana del siglo I, que fue acuñada en la ciudad de Clunia, al sur de Burgos.



Un as de Tiberio acuñado en la ceca de Clunia, una moneda de dos mil años de antigüedad fue requisada por agentes del Seprona en pleno expolio de tesoros en un yacimiento de la sierra de la Demanda, cercano a Salas de los Infantes.

Una moneda con la que se pudo haber pagado una entrada al anfiteatro de Clunia. Una moneda romana pero de factura burgalesa ya que fue acuñada en la ceca de la ciudad de Clunia Sulpicia, al sur de Burgos, cabecera de la comarca que hoy conocemos como Ribera del Duero.

En Clunia, cuyos restos se pueden visitar en la localidad de Peñalba De Castro para comprobar la importancia de esta población romana, se estableció una ceca que acuñó moneda durante siglos, desde las poblaciones celtibéricas a la llegada de los romanos.

Ya en tiempos del emperador Tiberio esta ceca quedó inactiva. Los expertos del Museo de Burgos consideran que puede datarse en el siglo I de nuestra era, cuando Tiberio gobernaba el imperio romano.

Clunia acuña ases con el busto del emperador; los nombres de los quattvorviros de la ciudad en el anverso; el toro en el reverso y semises con un jabalí en el reverso; los nombres de los aediles. Son frecuentes los ejemplos de numerario resellados con un jabalí como contramarca, según se explica en la
 documentación histórica de Clunia.

Se conocen denarios con jinete y leyenda con el nombre de la ciudad en ibérico y pero no se conoce moneda en bronce con dichas leyendas. Con posterioridad al 45 a. C. se conocen series de ases con jinete, y leyenda con caracteres latinos. Se sabe que durante el siglo I un as sólo podía pagar una libra de pan o un litro de vino barato o de acuerdo con inscripciones en paredes de la ciudad de Pompeya, los servicios de una prostituta barata.

Aquella época fue un periodo difícil para los habitantes del imperio romano. Como dos mil años después se vivían tiempos de una crisis tan intensa que obligó a Tiberio a reducir drásticamente las obras públicas y a problema alcanzó tales dimensiones que en el año 33 Tiberio “tuvo que inyectar un millón de piezas de oro en el sistema financiero romano para evitar que se colapsara”.





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