De HBO a Utrera: Las 30 monedas de Judas en el municipio sevillano



Bajo el título «30 Monedas», se esconde una auténtica conjura de la eterna lucha entre el Bien y el Mal, cargada de elementos esotéricos y místicos logrando despertar el interés y favor de todo el público y crítica. Y esto es debido en gran parte al principal protagonista, las 30 monedas que Judas recibiría por vender a Cristo.

Las reliquias siempre han sido un tema de interés para la sociedad humana. Estos auténticos iconos, conectores directos entre el hombre y Dios, han ocupado un puesto fundamental en los grandes paradigmas de nuestra historia. Es posible que sea entre los cristianos donde encontramos el mayor número de estas, y posiblemente, las de mayor fama. 

Es posible que, debido al número excesivo de estos santíficos vestigios, se ejecutara una jerarquización invisible que delimitase por categorías estas piezas, siendo consideradas como más destacadas aquellas que estuvieron en contacto con el mismo Salvador, imponiéndose de forma clara las que fueron usadas durante la Pasión. Es este el principal recurso que utiliza De la Iglesia, aprovechando quizás una de las más desconocidas y posiblemente polémicas de todas, aquella que dio pie al cumplimiento de las Escrituras.

La historia original de las 30 piezas de plata que es enunciada por los cuatro evangelistas en el Nuevo Testamento queda difuminada en el tiempo y, en muchos casos, más que probablemente en el engaño. Existen hoy más de doscientas de estas difundidas por toda la comunidad católica. Siete se veneran en la catedral mexicana de Zacatecas, así como en otros rincones del territorio latinoamericano, como Brasil, Perú, Colombia o Venezuela; a la vez que conviven con las que se reparten por el Viejo Continente, entre el que se encontraba la misma España, de la que se tiene constancia de la existencia de tres. La primera de ellas, ya consta en los documentos del Hospital de Tavera de Toledo del año 1788, mientras que la segunda habría formado parte del patrimonio de uno de los templos de Velilla del Ebro (Zaragoza), hoy día materia prima en la fundición de una de sus campanas.

La tercera en discordia se localizó en Utrera. El historiador local Manuel Morales Álvarez hace un recorrido de la reliquia utrerana desde su llegada a tierras hispalenses. Así consta en su libro «Utrera, mito y ensueño», donde comienza exponiendo que el marqués de Tarifa, D. Fadrique Enríquez de Ribera, había sido testigo de la existencia de estas onzas de plata que jugaron un papel tan fundamental en el devenir de la historia alrededor del año de 1521, coincidiendo con su peregrinación a los Santos Lugares de Jerusalén. De ahí, no volvemos a tener constancia de las mismas hasta el año de 1778, coincidiendo con un inventario, realizado por el arzobispado de Sevilla, donde consta la existencia de las monedas entre sus bienes, quedando posteriormente enmudecido en el tiempo y olvidado. Es más que posible que estas se perdiesen o quedasen repartidas entre distintas parroquias locales, desapareciendo todo rastro posible de su procedencia. No obstante, una de ellas sería localizada en el siglo XIX, y puesta en valor en la parroquia de Santiago donde se acogió.

Según nos cuenta el cronista, otro inventario del año 1849, en este caso realizado en la parroquia de Santiago el Mayor, afirmaba que entre sus más determinantes tesoros relucía «una de las monedas en que fue vendido nuestro Redentor y que dejó en esta iglesia la señora Moreno, que la había heredado de Arias Montano». Este último fue un auténtico amante de la arqueología y la numismática de nuestro país, además de uno de los humanistas más reseñables del siglo XVI sevillano.

Pero esta no sería la única alusión que se hiciera a ella y que la relacionara con el municipio, pues románticos como Germond de Lavigne también la mencionaría en sus crónicas. Haciendo referencia a su paso por el dicho templo, escribía que «la segunda iglesia, Santiago, es mas antigua; ella posee entre sus reliquias la mas preciada; uno de los denarios que se pagó a Judas por vender a Cristo».

Tras el fin del período decimonónico y la llegada del nuevo siglo, el denario seguiría conservándose en la edificación utrerana, llegando incluso a ser descrita por el mismo Manuel Morales, el cual la define en plata, con un tamaño semejante a las antiguas monedas de cinco pesetas, y que se expondría al pueblo durante la Semana Grande local.

Anverso y reverso de lo que podría ser uno de los míticos denarios de plata que recibió Judas

El desconocimiento o la falta de valor que este tipo de herencia fue experimentando con el transcurrir de las décadas, provocaría que esta no se resguardara en una localización concreta dentro del templo, pasando por el archivo, la taca de la Sacramental de la misma parroquia o en otros ámbitos relacionadas con esta.

Este fue el principio del fin para una de las reliquias más importantes que ha pasado por la localidad, y que ahora, en nuestros días, es protagonista de los medios televisivos de medio mundo, creando de nuevo una expectación determinante en nuestra efímera sociedad. Al menos espero con estas palabras, recordar el mérito y magnetismo que rodean a estos símbolos etnográficos del hombre, contribuyendo a la puesta en valor y conservación de aquellos que aún mantenemos en nuestro patrimonio y, que enriquece nuestro pasado, y engrandece nuestro presente y futuro.




Fuente: Jesús Mena - utreradigital.com

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