Los vellones de 1660 y la guerra contra Portugal

Tras la firma del Tratado de los Pirineos en 1659 y el final de los enfrentamientos contra Francia, tras casi tres décadas de guerra abierta en Europa, los Habsburgo volvieron sus ojos hacia el frente que tenían abierto en el occidente de la Península Ibérica. Para su financiación se recurrió a una emisión a gran escala de vellón de molino con liga de plata en 1660, de corta existencia, dado que por su fácil falsificación se paralizó su acuñación en 1664.


La conocida como Guerra de Restauración portuguesa había comenzado en 1640, durante el convulso periodo en el que Cataluña, Aragón, Andalucía, Nápoles y el propio Portugal se negaron a colaborar con la Unión de Armas e iniciaron movimientos secesionistas. De ellos, sólo la proclamación de la República en Cataluña por Pau Claris y la entrega del Principado al rey Luis XIII de Francia y la defección de Portugal siguieron adelante. En el caso portugués, no todos los territorios reconocieron la secesión, como sucedió con Macao y con el sur del Brasil, en las ciudades de Sao Paulo y Río de Janeiro, si bien sus pretensiones fueron desestimadas por los monarcas españoles al esperar recuperar la metrópoli y con ella todos los territorio ultramarinos, y con la plaza de Ceuta, que quedó definitivamente unida a Castilla tras la independencia lusitana.


El levantamiento de Cataluña fue visto como una amenaza directa por parte de Francia y la proyección de las crueles guerras que asolaban Europa en la Península, lo que realmente se plasmó en territorio catalán con su ocupación por los ejércitos franceses, mientras que se consideró la aventura del Duque de Braganza como un disturbio doméstico que, al carecer de fronteras físicas con las potencias occidentales estaba condenado al fracaso. Por ello el esfuerzo bélico se concentró en el frente catalán, y, mientras que a su recuperación se dedicaron crecidas cantidades de moneda de plata, para el frente de Portugal se dedicaron cantidades siempre escasas de moneda de vellón. No se puede obviar asimismo que el dilatado conflicto con Portugal coincide con la Guerra de los Treinta Años, con la de los Ochenta Años en Flandes y con continuos enfrentamientos con Francia e Inglaterra.


La asignación dedicada al ejército de Badajoz y demás fronteras con Portugal, que alcanzaba a las tropas de Galicia, Puebla de Sanabria, Zamora, Ciudad Rodrigo y Ayamonte, era por tanto satisfecha en la degradada moneda de vellón, alcanzando según Serrano solamente de un dos a un tres por ciento la que era satisfecha en plata entre los años 1643 y 1654. Por ello, este dilatado conflicto consistió principalmente en escaramuzas fronterizas y pequeñas incursiones en ambos lados de la raya, habiendo sólo cinco enfrentamientos que pueden considerarse como auténticas batallas, todas ellas ganadas por los lusitanos, en los 28 años de conflicto.

El esfuerzo bélico y tributario recayó sobre las áreas fronterizas, especialmente sobre Extremadura, y sobre sus milicias locales, y la especulación, el contrabando y la destrucción se convirtieron en endémicas a ambos lados de la frontera. La circulación de esta mala moneda ahogó asimismo la posibilidad de ahorro de la población por los excedentes agrarios y la creación de cualquier tipo de manufacturas, creando un caos cuyas huellas eran aún visibles un siglo más tarde. En el contexto global de la economía castellana, la remisión a la raya portuguesa de cuantiosas cantidades de vellón incidió en la bajada del premio de la plata, dado que el grueso de ese numerario era expedido hacia occidente desde Madrid.

En este contexto se ha de enmarcar la creación de la Casa de Moneda de Trujillo, la única fundada hasta ese momento en los reinos de Castilla durante la dinastía de los Habsburgo, que se creó para la exclusiva labor del resellado de moneda, en el contexto del levantamiento de Portugal. Esta ceca comenzó a operar el 12 de abril de 1641, resellando la moneda de ocho maravedíes batidas a martillo. Su actividad cesó el día 6 de marzo del año siguiente, pero volvió a operar nuevamente con los resellos de 1651, 1654 y 1658. Tras la emisión de moneda de molino de 1660, sus últimas labores se realizaron en 1680, y fue definitivamente cerrada un año después.

(Imagen: 8 maravedíes de Trujillo, 1663).

El 11 de noviembre de 1651 se volvió a subir el facial del vellón, menos en el caso de la calderilla, a su valor de 1642, produciéndose tumultos, numerosos fraudes y resellos ilegales. Los particulares tenían un plazo de treinta días para llevar a las Casas de Moneda sus piezas para ser reselladas. Dicho resello consistió, para las nuevas piezas de ocho maravedíes, en un óvalo con pequeños adornos, en el que constaba el año del resello y la marca de ceca en el anverso, y en el reverso la cifra de valor dentro de otro óvalo. Para las piezas que nuevamente tenían un valor de cuatro maravedíes, en el anverso se grabó un círculo, dentro del que se encontraba la fecha con un florón encima y la marca de ceca, mientras en el reverso aparecía un 4 dentro de un círculo y entre dos florones.

De acuerdo con lo prevenido en la Instrucción remitida a los superintendentes y tesoreros de las cecas el 25 de noviembre de 1651, debían tener las estampas de un castillo por una parte y un león en la otra, y con las leyendas de la orla que tenían los cuños y estampas de las monedas que se labraban del mismo peso y valor, y una talla de 280 maravedíes por marco, con un peso de 1,64 gramos. El metal a utilizar debía ser el de las monedas que se quebrasen con el resello de las piezas de cuatro y ocho maravedíes. Las mismas se debían ejecutar en las nueve Casas de Moneda ordinarias, así como en el Real Ingenio y, si se pudiese, en la ceca de Trujillo.

Al final de su reinado, Felipe IV realizó una nueva alteración de la moneda de vellón, mandando labrar una nueva especie monetaria de cobre ligada con plata, por Real Pragmática de 29 de octubre de 1660, conocida como de molino, sustituyendo la acuñación a martillo por la de molinos hidráulicos. La idea de construir molinos en todas las cecas fue idea de los arbitristas catalanes para evitar las falsificaciones, y los mismos fueron construidos en un plazo inferior a dos años, siendo contratados por los asentistas que llevaban a cabo las acuñaciones, que eran en la mayoría de los casos ingenieros catalanes, y en otros ingenieros madrileños que copiaron las obras que los ingenieros catalanes hicieron en su ciudad.

 (Imagen: molino de Potosí, similar a los utilizados en las cecas castellanas).

Murray afirma que posiblemente sea la serie más falsificada de la historia numismática española. Según de Santiago, mientras que Segovia, Cuenca y Granada utilizaron la energía hidráulica, el resto de las cecas utilizaron molinos de sangre movidos por mulas. Una vez se decidió su desmantelamiento, llama la atención los importantes gastos que supusieron y los pocos rendimientos que se obtuvieron con su desmontaje, dado que en ningún caso se optó por mantenerlos para acuñar monedas de otros metales. Para esta emisión se abrieron dos nuevas Casas de Moneda, la de la Puerta de Alcalá de Madrid y la de Córdoba.

 (Imagen: 16 maravedíes de Córdoba de 1664)

Esta moneda contendría un 7% de plata, y una talla de 816 maravedíes por marco. Se trataba, según García Caballero, de una moneda de vellón rico, con una liga de plata de 20 granos por marco. El coste de cada marco de esta moneda era de 4 ochavas, 2 tomines y 8 granos de plata fina de la liga, lo que suponía 4 reales y 29 maravedíes de plata, así como las 7 onzas, 3 ochavas, 3 tomines y 4 granos de cobre, que valían 1 real y 8 maravedíes de plata. Entre ambos metales el coste era de 6 reales y 3 maravedíes de plata, con lo que hasta los 24 reales de plata que se sacaban por marco el beneficio suponía 17 reales y 31 maravedíes, de los que se tendrían que descontar el braceaje, mermas y regalía, siendo la ganancia excesiva.

Los faciales de esta emisión eran de dos, cuatro, ocho y dieciséis maravedíes, y en todas ellas en su anverso aparecía el busto del monarca, cambiando los escudos de sus reversos. En su anverso aparece el busto del rey a derecha, con acusado maxilar, bigotes y cabellera y la leyenda PHILIPPVS IIII D.G.; en su reverso el escudo de la monarquía española incluyendo el escusón de Portugal y la leyenda HISPANIARUM REX 1661, a su derecha la marca de valor, y a la izquierda la marca de la ceca. En las emisiones posteriores se utilizaron los mismos tipos, pero el valor artístico era muy vario, dependiendo de los ensayadores.

(Imagen: 8 maravedíes de Madrid de 1661).

Se empezó a acuñar a partir del 17 de octubre en las cecas de Burgos, Córdoba, La Coruña, Cuenca, Granada, Madrid, Segovia, Sevilla, Valladolid y Trujillo. El beneficio de su emisión, en torno al 60%, estaba destinado a la financiación de la guerra con Portugal, según Domínguez Ortiz. Por su fácil falsificación, esta moneda causó muchas alteraciones, y el 29 de octubre de 1661 se ordenó que fuese entregada en las cecas o usada para pagar las contribuciones.

 (Imagen: 8 maravedíes de Segovia de 1661).

El 14 de octubre de 1664 se paralizó la emisión de moneda de molino, reduciendo su valor nominal a la mitad, y se prohibió la circulación de la calderilla y de la moneda de cobre puro. Esta medida tuvo como consecuencia la bajada del premio de la plata de un 150% en septiembre a un 50% en octubre de este mismo año, aunque a partir de este momento comenzará otra vez a subir, alcanzando el 180% en 1669, el 200% en 1675, y el 275% en febrero de 1680.

(Imagen: 16 maravedíes de Burgos de 1664)

Pierre Vilar, comentando el libro Guerra y Precios en España de Hamilton, se planteaba que la inflación del vellón entre 1650 a 1680 no vino exclusivamente determinada por las necesidades de las guerras exteriores, dado que estas medidas tomadas entre 1661 y 1664, que llevaron a un aumento de emisiones y de precios de una intensidad desconocida desde los días del descubrimiento de América, se produjeron en un periodo de paz, aparentemente muy tranquilo, mientras que las desastrosas guerras contra Luis XIV entre 1689 y 1697 no perjudicaron la estabilización conseguida por la deflación en 1680. Este ínclito hispanista no tuvo en cuenta en su análisis, como hemos estudiado en este artículo, este conflicto enquistado, que terminó con la definitiva independencia de Portugal, reconocida finalmente por el Tratado de Lisboa de 1668.




Fuente: panoramanumismatico.com

Nuevos 20 euros alemanes

Esta nueva moneda de plata celebra los doscientos años del invento por el alemán Karl Drais de la máquina andante, precursora de la bicicleta. Está acuñada en metal precioso de 925 milésimas y se presenta en cantidades proof y sin circular.


En 1817 el inventor alemán Karl Drais patentó lo que denominó “máquina andante” en laque por primera vez se dispusieron dos ruedas en línea y se trataba del primer vehículo de tracción humana. Más tarde a esta máquina se la llamó “draisiana”, en honor a su inventor y, aunque entonces no tenía pedales, se convertiría en la precursora de la bicicleta y la motocicleta.

 Con motivo de cumplirse dos siglos de este invento, el pasado mes de septiembre el gobierno alemán decidió incluir el aniversario en su programa de emisiones conmemorativas. El diseño elegido para la moneda, que se pone a la venta el 13 de julio, es obra del artista Friedrich Brenner. En él el jurado valoró su plasticidad y la ubicación del tema principal en su contexto histórico, representado por el volcán Tambora, que puede verse en el fondo, y en un carruaje sin caballo. Ambos motivos recuerdan que la erupción de ese volcán indonesio en 1815 originó un importante cambio climático y la década más fría de la historia en el hemisferio norte, con gran pérdida de cosechas y de ganado. Ante la falta de animales de tracción, la máquina andante de Drais cobraba una especial importancia.

 La nueva moneda está acuñada en plata de 925 milésimas, con un peso de 18 gramos y un módulo de 32,5 milímetros. Su valor facial es de 20 euros y se presenta en calidades proof y sin circular. La ceca encargada de la acuñación es la del estado de Baden-Württemberg -–marca G-, Karlsruhe, donde precisamente nació y murió el inventor Karl Drais.


 Información e imágenes: Deutsche Bundesbank.



Hallazgo de monedas romanas de plata y oro en la mina de Riotinto

La empresa que explota el yacimiento onubense encuentra medio centenar de denarios y algún áureo de los siglos I y II después de Cristo.


Las minas de Riotinto (Huelva) han devuelto un vestigio de su esplendoroso pasado romano. Medio centenar de denarios de plata y algún áureo (moneda de oro) de las épocas de Nerón y Trajano, de los siglos I y II después de Cristo, fueron halladas el pasado lunes durante unos trabajos de la empresa Atalaya, que ha vuelto a explotar las milenarias vetas onubenses.

 La empresa minera informó de que el hallazgo se produjo cuando estaba realizando una excavación preventiva y previa a la instalación de una cubierta metálica en la zona, que ya estaba documentada como área con restos de estructuras mineras de época romana.

 Un técnico de Atalaya encontró las monedas agrupadas, lo que ha llevado a pensar que fueron enterradas en una bolsa de cuero por alguien que no las pudo recuperar. Se cree que, por su valor, el propietario era un dignatario o una persona acaudalada de Urium, la Riotinto romana.


La excavación arqueológica en el yacimiento de Cortalago (incluido en la cuenca minera de Riotinto-Nerva) está coordinada por Juan Aurelio Pérez Macías, de la Universidad de Huelva, y responde a las exigencias de la Junta de Andalucía en una zona considerada Bien de Interés Cultural.

 El hallazgo permitirá ampliar los estudios sobre la zona urbana del noroeste de la ciudad de Urium y replantear sus límites. “Es un hallazgo de gran belleza que viene a aportar datos a nuestro conocimiento de Riotinto, que fue la gran mina del Imperio Romano”, ha afirmado Luis Iglesias, arqueólogo de Atalaya Mining y director del proyecto de Intervención a través de un comunicado.

 El grupo de monedas se encuentra depositado de forma provisional en las instalaciones del Museo Minero de Riotinto, que las custodiará hasta que se decida su destino y se definan los planes de investigación y restauración, que incluirán la exposición su exposición.




Fuente:cultura.elpais.com

2 Euros conmemorativos de Malta

La isla de Malta alberga un auténtico tesoro arqueológico en forma de templos megalíticos que ha sido declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Con este motivo el pasado año 2016 se inició una serie de acuñaciones formada por siete emisiones, que están dedicadas a los principales monumentos prehistóricos de la isla. La colección comenzó con la moneda conmemorativa de 2 euros de 2016, que estuvo dedicada a los templos de Ggantija, en la isla de Gozo, considerados la construcción humana más antigua que se mantiene en pie en la actualidad.


Ahora es el turno de la emisión de 2017, también en la forma de los 2 euros conmemorativos, que lleva como tipo en la cara nacional el espectacular complejo megalítico de Hagar Qim, fechado en el cuarto milenio a.C. y formado por un templo y otras tres estructuras megalíticas próximas. El diseño es obra del grabador Noel Galea Bason, autor de muchas otras acuñaciones conmemorativas de Malta, entre ellas los 2 euros de 2016 de esta misma serie. También, al igual que el año anterior, la ceca donde se ha realizado la acuñación ha sido la Monnaie de Paris.




El último oro romano en los Países Bajos

El hallazgo de un tesoro de sólidos en una huerta de Lienden (Holanda) es un documento único del tránsito entre la época romana y la medieval. La moneda más moderna del tesoro, del emperador romano Mayoriano, se fecha en el 461 d.C., pocos años antes de la caída del Imperio de Occidente en el 476.



Los últimos años de la Roma imperial son una etapa oscura y convulsa, en la que los emperadores se suceden a un ritmo trepidante y las tribus bárbaras extiende sus dominios por toda Europa. En este contexto, el hallazgo de sólidos que se ha publicado en Holanda hace unas semanas tiene una importancia excepcional. Las monedas fueron encontradas en una huerta en Lienden (provincia de Güeldres, Holanda) en distintas épocas, por lo que no se trata de un hallazgo recuperado en su totalidad y lo más posible es que estuviera formado por bastantes más piezas de las 41 que conocemos hoy en día.

 El “rastreo” del tesoro comenzó cuando el portal de descubrimientos arqueológicos creado por la Universidad Libre de Ámsterdam para recopilar los hallazgos realizados por “detectoristas” (PAN) recibió la noticia del descubrimiento en 2016 de un conjunto de 23 monedas romanas de oro. A partir de ahí se conoció que en el mismo lugar habían aparecido 8 monedas más en 2011, pero las noticias de monedas recogidas en esa misma parcela se remontaban a mediados del siglo XIX. Desgraciadamente, no sabemos cuántas monedas han aparecido en esta huerta a lo largo de los siglos, pero lo que hasta ahora han recuperado los arqueólogos suma un total de 41 sólidos que se reparten como sigue:

 - 5 de Valentinano II (375-382).
- 3 de Valentiniano II o III.
- 10 de Honorio (395-423).
- 12 de Constantino III (407-411).
- 1 de Jovino (411-413).
- 1 de Juan (423-425).
- 6 de Valentiniano III (425-455).
- 2 imitaciones de Valentiniano III.
- 1 de Mayoriano (457-461).


El siguiente paso tras la documentación del tesoro fue la realización de una pequeña excavación arqueológica en la parcela del descubrimiento por parte de la universidad y del instituto de bienes culturales. Se trataba de documentar si el terreno aún albergaba más monedas o joyas, si habría quedado algún resto del posible contenedor de las piezas -–una olla cerámica, una bolsa, etc.- y, por supuesto, si la ocultación estaba relacionada con algún tipo de asentamiento, bien fuera una casa, un poblado, un santuario, o incluso un enterramiento, ya que las prospecciones llevadas a cabo por los “detectoristas” habían sacado a la luz un hueso humano.


Lamentablemente la campaña no aportó muchos más resultados con respecto a la ocultación del tesoro: no aparecieron más monedas ni restos de ningún recipiente de barro o metal. Sin embargo, lo más sorprendente es que sí aparecieron más huesos humanos, aunque de la Edad del Bronce.

 La hipótesis manejada por los arqueólogos holandeses es que en este terreno se habría erigido un túmulo funerario, práctica constatada en la zona en el Bronce Medio, y ese montículo habría sido elegido más de dos milenios más tarde para enterrar un tesoro, con la clara intención de tener un buen punto de referencia para poder recuperarlo posteriormente. Por suerte para nosotros, como sucede tantas veces, el dueño de las monedas no regresó.

 Este tesoro de Lienden, además de ser el hallazgo de sólidos más grande de los Países Bajos, tiene una enorme importancia histórica porque testimonia los últimos años del Imperio romano en la región. Hasta el momento se han recuperado 27 hallazgos de sólidos en los Países Bajos y las regiones vecinas, en su mayoría fechados a principios del siglo V, y que responden a un patrón de dispersión bastante claro que refleja los intentos de la autoridad romana de controlar los valles del Mosa y del Rin “sobornando” a los grupos de francos allí asentados.

(En la imagen, mapa de distribución de los tesoros de moneda romana tardía en el noroeste de Europa) 

 Pero el hallazgo del que tratamos ahora es posterior y debe responder a otra razón histórica, muy posiblemente relacionada con las campañas que el emperador Mayoriano y su general Egidio emprenden en la Galia y para las que cuenta con la alianza de los francos salios y su rey Childerico I. Así, es posible que este oro de Lienden hubiera servido como pago a alguno de los líderes francos partidarios de Childerico que combatieron como aliados de Roma.

(En la imagen, réplica del sello del rey Childerico, procedente de su tumba de Tournai). 

 Actualmente, las monedas de este hallazgo se encuentran depositadas en el museo Valkhof de Nimega.




 Información e imágenes: VU. Universidad Libre de Ámsterdam.

En Estados Unidos, dos monedas de un centavo de los primeros días de la Casa de Moneda de Estados Unidos fueron subastadas por más de 860 mil dólares.



La monedas fueron acuñadas en 1792, alcanzaron un precio total combinado de 869 mil 500 dólares en una puja en Anaheim (California).

 Una de éstas monedas es llamada "el centavo de abedul", fue vendida en 517 mil dólares, mientras que "el centavo de plata" logró venderse en 352 mil 500 dólares.

 De acuerdo con el portavoz de Heritage Auctíons, Eric Bradley, las ventas estuvieron un poco por debajo del total combinado de un millón de dólares que pronosticó la casa de subastas, pese a esto los organizadores están contentos con el resultado.

Inversiones: monedas y medallas raras y antiguas




El mercado de los hobbies, tradicionalmente asociado a la filatelia y la numismática, cambió drásticamente. Los precios de algunas monedas y medallas muy raras y antiguas se dispararon muy por encima de lo que marcan los catálogos. La razón es que el coleccionismo atrajo la atención de grandes inversores y reconocidas casas de remates internacionales.

 "Es muy común que salgan a subasta colecciones privadas especiales, con piezas que alcanzan valores récords", dice Fernando Perticone, secretario del CEBA (Centro Numismático de Buenos Aires).

Los especialistas remarcan que los precios de las monedas más buscadas "se duplicaron y hasta triplicaron en los últimos 10 años", asegura Ezequiel Pailos, propietario de ArgCollectibles, uno de los comercios especializados.

 El experto da como ejemplo una moneda acuñada entre 1881 y 1883, el peso de oro de $ 2,5, valorada entre U$S 8.000 y U$S 12.000, según su estado de conservación. Se emitieron apenas 421 unidades de oro, de 4 gramos; es muy buscada y su valor es una referencia del mercado. Puede parecer caro, pero "hace 10 años valía entre U$S 3.000 y U$S 4.000", aclara Pailos.

 La búsqueda de piezas raras es más abarcativa. Por caso, en marzo de 2014 la medalla del Premio Nobel de la Paz de Carlos Saavedra Lamas, fue subastada en los Estados Unidos en U$S 1.116.250. El comprador rechazó ser identificado, según indicó la casa de subastas neoyorquina Stack's Bowers Galleries. "Esas piezas únicas tienen un valor inconmensurable", agrega Ricardo Gómez, directivo de la Academia Argentina de Numismática y Medallística, y de larga trayectoria como tasador de joyas y alhajas del Banco Ciudad.

 Gómez describe que una moneda o medalla tiene un valor numismático y un valor de mercado, ya que participan coleccionistas y también inversores de todo el mundo. "Así como hay gente que compra dólares o acciones, otros se inclinan por las monedas de oro", señala. Perticone completa: "Hay muchos inversores que se vuelcan a este mercado, ya que son más fáciles de resguardar que un cuadro o una escultura", ejemplificó.

 A diferencia de los coleccionistas, que intentan completar series, los inversores le apuntan a las piezas de gran potencial. Algunas monedas o medallas alcanzan precios insólitos. En una subasta de 2014, el dólar de plata estadounidense conocido como "Flowing Hair", de 1794, se vendió en U$S 10 millones. Ocurrió dentro de una maratónica convención de 4 días, en la que se remataron más de 3.000 lotes de monedas, medallas y billetes antiguos de todo el mundo.

 Un informe de la especialista Tina Shireman, del Professional Numismatic Guild, estimó que las ventas en Norteamérica en 2013 "estuvieron cerca de los U$S 5.000 millones".

 Tales cifras se van incrementando. De 2015 a la fecha, Sotheby´s viene subastando la colección privada "Brent Pogué", con 650 piezas muy antiguas, valorada por los expertos en más U$S 200 millones. Entre ellas, se destacan algunos ejemplares de plata acuñados entre 1792 y 1803, que la célebre casa de remates esperaba vender en más de U$S 1 millón cada una. Dentro de la colección destacan varias de ellas, como la moneda de oro de U$S 5 conocida como "Half Eagle", de 1822, en la que se esperaba recaudar entre U$S 8 y U$S 10 millones.

 Hay muchas monedas únicas que están en museos, como el del BCRA. "Es el patacón de oro, de 1881. No tuvo valor comercial, es de oro, pesa 36,5 gramos y su precio ronda U$S 350.000", dice Gómez. Este experto también menciona algunas monedas de la primera acuñación, en 1813, en Potosí. El de 8 escudos, que hoy no llegan a 20, lo cotiza en U$S 60.000.

 Los entendidos calculan que en el país hay unos 5.000 coleccionistas pero el oficio es cada vez más sofisticado y, así, se sumaron otras variantes a los hobbies ya conocidos: la filatelia y la numismática. Entre ellos y con perdón de la palabra, está la notafilia (billetes), la medallística (medallas), la exonumia (monedas conmemorativas, fichas y vales) y la scripofilia (acciones de empresas).

 En todos los casos, el valor de cada pieza se establece según un conjunto de variables: antigüedad, rareza, valor y su estado. "La mayoría se guía por los catálogos internacionales, que determinan el valor de referencia. Una moneda muy antigua puede no valer mucho si hay mucha cantidad. Yo tengo a la venta monedas romanas y chinas de más de 2.000 años que valen entre $ 150 y $ 300", dice Pailos. Lo principal es la oferta y la demanda, pero este experto remarca otros elementos a tomar en cuenta: el estado, que no esté rayada y que no tenga perforamientos. "La limpieza de una pieza puede hacerle perder todo su valor", concluye.

 Los numismáticos subrayan que la filatelia está en declive, en paralelo con el correo tradicional. Y viene en ascenso la scripofilia, los coleccionistas de bonos y acciones. Uno de los más famosos, el "9 de julio" emitido en 1962, tiene escaso valor porque "hay mucha cantidad en el mercado".



España fabrica una moneda de un kilo de plata como homenaje al dólar

La Fábrica Nacional de la Moneda ofrece una pieza para coleccionistas valorada en 1.500 euros


En 1518, las minas del valle de Joachimsthal (hoy Jáchymov, en la República Checa) empezaron a producir grandes cantidades de plata a las cecas del Imperio de los Habsburgo. Las monedas acuñadas con esa plata, de algo menos de 30 gramos de peso, empezaron a ser apodadas como Joachimsthalers, que pronto se acortaría a thaler. La moneda se haría extremadamente popular y su nombre (traducido al español como tálero) se utilizaría para apodar a las monedas de ocho reales acuñados por la Corona española. Por eso, cuando tras su independencia Estados Unidos decidió adoptar la moneda española como propia, le dio el nombre que la haría globalmente famosa: el dólar.

 Para celebrar el quinto centenario del dólar, la Fábrica Nacional de Moneda y Timbre-Real Casa de la Moneda ofrecerá, a partir del 23 de mayo, una serie de 1.000 monedas de colección denominada Un kilogramo de plata, dedicada a la historia del valor. La colección está formada por una moneda acuñada en plata pura de un kilogramo de peso y con un valor facial de 300 euros. El precio de venta al público asciende a 1.500 euros, sin contar impuestos.



VIII Salón de Numismática, Filatelia y Coleccionismo en Logroño.

Los profesionales y aficionados del coleccionismo tienen el próximo sábado 20 de mayo una cita en la capital riojana. Logroño se proyecta como centro nacional de la numismática, la filatelia y el coleccionismo en el VIII Salón Numismático de Logroño.

 La capital riojana acoge por octavo año este evento, que según Francisco Cuadrado, “este año ha despertado un interés especial por parte de los profesionales del sector”. Francisco Cuadrado y su empresa NumisHunters SL son los encargados de dar forma a este evento que cada año crece más. Ya en pasadas ediciones se consolidó como un evento de referencia en el norte de España, asistiendo gente de comunidades limítrofes con La Rioja, así como público de Madrid y Cataluña. La gran afluencia de público en ediciones anteriores hace presagiar lo mejor. Este año se esperan batir récords de asistencia y la inversión publicitaria por parte de los organizadores ha aumentado de forma significativa.


Para el evento se ha elegido el Hotel Carlton de Logroño situado en la Gran Vía Juan Carlos I. El salón abrirá sus puertas el 20 de mayo de 9:00 a 14:00 y de 16:00 a 20:00. Los interesados podrán acceder de forma totalmente gratuita a las salas, donde además recibirán un pequeño obsequio, consistente en una pequeña moneda, para agradecer su asistencia al evento.

 Monedas, sellos, billetes y mucho más en el VIII Salón Numismático de Logroño cubrirán los stands así otros objetos destacables dentro del mundo del coleccionismo. Los asistentes podrán observar con sus propios ojos los valiosos artículos que llevarán los profesionales.

 Dentro del evento la compra y venta de estos valiosos objetos será continua. Los expertos del sector asesorarán de forma continua a las dudas que puedan tener los asistentes. Estos podrán tasar con exactitud el valor de los pequeños tesoros personales que lleven los asistentes. No lo debería sorprender que el valor de una peseta 1947 supere los 200 euros. Así mismo, este puede ser un momento ideal para hacerse con una pequeña colección personal o adquirir algunas primeras piezas para un interesante hobby con cada día más adeptos. Los más amateurs quizá se sorprendan al ver la variedad de monedas, sellos y billetes disponibles, así como de la belleza que rodea este tipo de coleccionismo que todos los años crece con nuevas piezas disponibles.

 Para Francisco Cuadrado este evento puede suponer consolidar a Logroño como un centro de referencia del mundo de la numismática y la filatelia: “Logroño tiene detrás una gran historia, una gran cultura, y para nosotros, como organizadores de esta convención, es un deber tratar de mostrar, al menos una vez al año, que toda esta riqueza es una realidad”.





 Fuente: latribunadelpaisvasco.com

El dirham Almohade

Los Almohades introducen cambios en muchas de las facetas de la vida cotidiana y como no podía ser menos, también en las emisiones de moneda, cambiando el formato, el peso y el módulo. Llama la atención el dirham, por su forma geométrica cuadrada, lo que le diferencia de los dirham del Emirato, Califato y Taifas cuya forma geométrica era redonda. El dirham Almohade sigue siendo de plata, su peso medio es de 1,5 gramos con un módulo de 15 milímetros.
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Estas monedas generalmente son anónimas, rara vez aparece el nombre del califa emisor y en ellas puede aparecer o no la ceca. En ambas áreas aparecen solo inscripciones religiosas, todas ellas escritas en tres líneas y localizadas en sus áreas centrales. Suelen llevar una orla externa continúa o de puntos.

Existen tres divisores del dirham con idéntica apariencia, pero de menor peso y formato, ½ ¼ y 1/8 de dirham.

A la hora de coleccionarlos, normalmente nos decidimos por incluir en nuestra colección uno por cada ceca, ya que las inscripciones de sus áreas son muy poco variadas