Estas son las monedas que utilizaron los celtas



La moneda es uno de los testimonios arqueológicos más importantes para el conocimiento de las sociedades celtas.  Pero su relevancia va más allá de su obvio uso económico: a través de ellas podemos definir las estructuras políticas en las que se organizaban los pueblos celtas, acercarnos a su organización territorial, conocer nombres de ciudades y personas o atisbar la mentalidad de quienes decidieron acuñarlas y de quienes, en definitiva, las usaron. 

El inmenso territorio que abarca la Europa céltica, su enorme parcelación y la distinta personalidad de cada comunidad se materializan en un gran número de emisiones monetarias muy diversas, desarrolladas a lo largo de 300 años, en las que cuesta encontrar un factor común.

Quizá el factor más compartido sea, precisamente, cómo se introdujo en las sociedades celtas la moneda, una forma de dinero nacida en torno a 600 a. C. en el extremo oriental del mundo griego, en lo que hoy es la costa mediterránea de Turquía. Desde allí su uso se extendió por las ciudades griegas y más allá, alcanzando todo el litoral mediterráneo y las regiones adyacentes. Fue un proceso rápido pero desigual; los territorios periféricos, como la mayoría de los célticos, no comenzaron a incorporarse a la vida monetaria hasta el siglo III a. C.

Antes de la moneda

Lo que sabemos del mundo griego previo a la aparición de la moneda, de los usos en Mesopotamia y Egipto, y de las comparaciones con otras sociedades, antiguas y modernas, que tampoco usaban la moneda permiten suponer que en la Europa de la Segunda Edad del Hierro pudieron funcionar como dinero desde cabezas de ganado y cereales hasta objetos como los torques, asadores o calderos. Pero el dinero mejor conocido es el metal al peso, gracias a los paralelos en el Próximo Oriente, a algunas alusiones de los geógrafos e historiadores clásicos —como la de Estrabón sobre las «láminas» de plata de algunos pueblos del interior de la península ibérica— y a los hallazgos arqueológicos.

Lingotes y fragmentos de plata del tesoro de Driebes. Hacia 200 a. C. (MAN)

Conjuntos como el tesoro de Driebes (Guadalajara), compuesto por cerca de 14 kg de lingotes de diversos tamaños, objetos de plata troceados y 19 monedas también partidas, muestran el uso de la «plata picada» al menos en algunas de las zonas consideradas célticas. Está fechado al final de la Segunda Guerra Púnica o poco después, en torno a 200 a. C. Un conflicto importante para Hispania, pues fue el punto de inflexión para la difusión masiva del uso de la moneda.
De la imitación a la identidad

El origen de las primeras acuñaciones celtas está en la copia directa de monedas griegas. La imitación de las divisas de prestigio, o bien aceptadas en el comercio local o internacional, es un fenómeno recurrente en la historia. En este caso, las emisiones copiadas son las de Filipo II de Macedonia (359-336 a. C.) y las de las colonias griegas del extremo Occidente, Massalia (Marsella, Francia), Emporion y Rhode (San Martín de Ampurias y Rosas, Gerona).

Las tetradracmas de plata de Filipo fueron la moneda de referencia para los celtas de la cuenca del Danubio, mientras que las imitaciones de sus estáteros de oro se produjeron en un área extensísima, que recorre la Europa central hasta Britania. En el sur de la Galia, las dracmas de Rhode, acuñadas en el siglo III, inspiraron unas abundantes emisiones en plata conocidas como monedas «à la croix», «con cruz», por estilizar al máximo la rosa original de Rhode. No llevan inscripciones que identifiquen a la autoridad emisora, por lo que su atribución a pueblos o poderes concretos es un tema abierto.

Estátero de oro de los nervios (norte de la Galia). Siglos ii-i a. C. (MAN)

Las imitaciones del sur se justifican por las relaciones comerciales y personales con las zonas costeras mediterráneas, mientras que los vínculos entre el reino de Macedonia y las poblaciones celtas próximas explican la copia de las monedas de Filipo. La principal vía de entrada debió ser el salario de los mercenarios enrolados en los ejércitos macedonios, aunque para la difusión de las monedas de oro —que por su altísimo valor intrínseco tienen usos más restringidos—, se han propuesto otros estímulos, como presentes diplomáticos o ceremoniales entre las élites gobernantes.

Las imágenes macedonias casaban bien con la mentalidad celta. Las cabezas de los dioses griegos serían también percibidas como sagradas, unidas a la especial significación de la cabeza humana en su imaginario religioso. La biga victoriosa y el jinete encajan con la simbología ecuestre de las élites, al tiempo que el estilo del grabado se adapta a la sensibilidad artística celta, creando diseños propios.

Imitación celta de la tetradracma de Filipo II de Macedonia (359-336 a. C.). (MAN)

A partir del siglo II, las acuñaciones celtas se expanden y diversifican, incorporando el bronce y las piezas romanas como nuevo modelo. Las monedas en metales pobres, como los potines galos —fundidos en moldes en una aleación de cobre, estaño y plomo—, que pudieron funcionar como pequeño cambio local, evidencian un uso relativamente extendido de la moneda en la vida cotidiana.

La Galia, el territorio celta más conocido a nivel popular, aúna todas las características de su moneda, desde la imitación hasta la multiplicidad de tipos y de potenciales poderes emisores. Como en Hispania, las fuentes clásicas proporcionan los nombres de pueblos y ciudades que los romanos enfrentaron desde finales del siglo III a. C., pero es muy complicado asignar las series monetarias a pueblos concretos. En el caso galo, sus inscripciones, siempre en latín, parecen referirse a personas, algunas de ellas citadas en los textos literarios, como el mítico Vercingétorix, líder de los arvernos, o Dumnorix, de los eduos, derrotados durante la Guerra de las Galias. 

Moneda de plata de los eduos, a nombre de Dumnorix. ¿Bibracte? (Mont Beauvray, Francia), hacia 60-54 a. C. (MAN)

El caso de la celtiberia

La dificultad de determinar qué se considera celta en la península ibérica se trata en otros artículos de este especial, pero no hay ninguna duda sobre la Celtiberia, el ámbito mejor identificado tanto por las fuentes clásicas como por la cultura material. De hecho, la moneda es uno de los materiales esenciales, más numerosos y con más tradición investigadora para conocer su proceso histórico en los siglos II y I a. C.

Los celtíberos adoptaron el signario ibérico para escribir sus textos. A diferencia de sus parientes al norte de los Pirineos, la práctica de incluir leyendas en las monedas fue general, y los nombres que aparecen son, exclusivamente, nombres de ciudades. Gracias a ellas sabemos de la importancia, incluso de la propia existencia, de lugares no citados por las fuentes clásicas o escasamente conocidos por otros medios. Al ser documentos oficiales, las monedas nos confirman que la unidad política que articula el territorio celtibérico no es la etnia o el pueblo, sino la ciudad.

Acuñadas en plata y en bronce, ostentan los mismos tipos que sus vecinas ibéricas: cabezas masculinas y jinetes. Una uniformidad que no desentona con los usos celtas; se ha sugerido una imposición romana, pero parece responder más a la mecánica de la imitación. Para un usuario que no supiera leer ibérico, todas las monedas celtibéricas e ibéricas en circulación en un mismo punto parecerían similares, de modo que se insertarían con naturalidad en los circuitos económicos.

Las acuñaciones se inician hacia mediados del siglo II a. C., aunque cada taller llevaría su ritmo según sus necesidades, con comienzos, volúmenes de producción y periodos de emisión muy dispares. Como su aparición coincide con el proceso de conquista se ha interpretado tradicionalmente como una exigencia de Roma para el pago de impuestos y tropas; sin embargo, además de la presión romana, caben otras razones ligadas a las necesidades de la vida urbana. Obras públicas, vías de comunicación, tributos y gastos militares, así como la voluntad de difundir una imagen de soberanía e independencia, debieron influir en la decisión de acuñar moneda propia.


Unidad de Sekeiza, ciudad celtíbera (Poyo de Mara, Zaragoza). Mediados del siglo ii a. C. (MAN)

Por mucho que las monedas celtas «hablen» por sí mismas, es imprescindible contar con contextos arqueológicos fiables que permitan evaluar cómo se usaron realmente, definir las áreas de circulación de las emisiones y acotar su cronología. Por ejemplo, los hallazgos en explotaciones mineras y campamentos militares indican que mineros y soldados usaban la moneda más que otros sectores de la población, probablemente por no tener fácil acceso a dineros alternativos. Su aparición en santuarios denota un uso ritual, como ofrenda a la divinidad. En todos los casos, la pérdida de monedas de bronce, un dinero que viaja en los bolsillos, permite visualizar la movilidad de las personas, a veces a grandes distancias.

El fin de las monedas celtas

La República Romana nunca impuso su moneda en los territorios que iba controlando, aunque esta llegaba, incluso en grandes cantidades, de la mano de los ejércitos y de los negociadores itálicos que se instalaban en las nuevas tierras. Aunque su acción directa o su creciente influencia fomentaran que pueblos y ciudades usaran y emitieran moneda, o que se adaptaran a su sistema, las acuñaciones celtas tuvieron vida propia. Una vida que se fue apagando en el curso del siglo I a. C., a medida que el mundo iba cambiando y con él una población cada vez más romanizada.
 
Denario de Arekorata, ciudad celtíbera (¿Muro de Ágreda?, Soria). Hacia 140- 130 a. C. (MAN)

En Hispania, la mayoría de las ciudades celtíberas dejaron de acuñar en el primer tercio del siglo. Solo algunas de ellas retomaron años después sus emisiones, ya en latín. Aunque el poeta Marcial, nacido en Bilbilis (Calatayud, Zaragoza), aún podía proclamar en el siglo I d.C. «Nosotros, nacidos de celtas y de iberos», lo cierto es que nada quedaba ya en las monedas de aquellos tiempos pasados.





Fuente: muyinteresante.es
* Este artículo fue originalmente publicado en la edición impresa de Muy Historia.

Hallan una excepcional moneda de hace 2.500 años en Israel: una de las primeras de la historia



Una moneda de plata de la época del Primer Templo ha salido a la luz durante las excavaciones en un yacimiento israelí situado en los montes de Judea, al suroeste de Jerusalén. La acuñación, datada en el periodo persa, entre los siglos VI-V a.C., es "extremadamente rara", según ha anunciado la Autoridad de Antigüedades de Israel en un comunicado: en esta región solo se ha descubierto otra media docena de piezas similares.

"Fue acuñada en un momento en el que el uso de las monedas acababa de empezar. El excepcional descubrimiento arroja información sobre las relaciones comerciales y el proceso mediante el cual el comercio global pasó del pago mediante el pesaje de piezas de plata al uso de monedas", ha detallado Robert Kool, director del Departamento de Numismática de la AAI. "Pertenece a un grupo de monedas muy antiguas que se acuñaron fuera de Israel, en las regiones de la Antigua Grecia, Chipre y Turquía", ha añadido el experto.

 
Imagen de las excavaciones en el yacimiento. 

Los trabajos arqueológicos se enmarcaban en unas obras para la renovación de una carretera que sacaron a la luz un edificio datado en el siglo VII a.C. La moneda, que tenía un sello cuadrado incrustado en una de las caras, se rompió y se partió en dos de forma intencionada. Según los investigadores, se habría utilizado también como peso para las operaciones comerciales de la época.

Los arqueólogos Michal Mermelstein y Danny Benayoun, directores de la excavación, han explicado que el yacimiento se encontraba en una zona rural del antiguo reino de Judá y se fundó hace unos 2.700 años.  Además de la moneda, los investigadores han sacado a la luz una punta de flecha y una pesa de piedra de unos 11 gramos.

El peso de piedra con la inscripción. 

"La pesa de piedra en forma de cúpula se habría usado para pesar metales, especias y otros productos habituales", han señalado los investigadores. "Tiene un antiguo sello para la palabra shekel y un trazo que lo representa. El peso era estándar para la región del reino de Judá, lo que demuestra que las mercancías se pesaban cuidadosamente en los mercados", han apuntado Mermelstein y Benayoun en el citado comunicado.
 





Fuente: elespanol.com

Hallan un conjunto de monedas de plata de la Antigua Grecia de "extraordinaria rareza"




Según los textos de autores antiguos como Pausanias o Estrabón, los habitantes de la ciudad griega de Tenea, localizada en el actual municipio de Chiliomodi o Jiliomodi, al sur de Corinto, en la península del Peloponeso, afirmaban que eran troyanos capturados por los griegos de Ténedos durante la guerra mítica a quien Agamenón les entregó ese lugar para establecerse y venerar a Apolo. Allí supuestamente también se crio el joven Edipo, el rey de Tebas que acabaría matando a su padre sin saberlo y casándose con su madre.

El yacimiento está siendo excavado desde el año 2013 por un equipo del Departamento de Antigüedades Prehistóricas y Clásicas del Ministerio de Cultura griego. Los trabajos, liderados por la arqueóloga Elena Korka, han sacado a la luz en la última campaña, terminada el pasado mes de octubre, un tramo del acueducto de Adriano, una de las mayores obras hidráulicas del siglo II d.C. en la Antigua Grecia. La construcción estaba destinada a surtir de agua a la ciudad de Corinto, situada a unos 15 kilómetros al noroeste de Tenea.

En total se ha documentado una sección de 31 metros de longitud del acueducto, construido con una cubierta abovedada de sección semicircular cuya superficie sería visible en la Antigüedad. La estructura cuenta con muros exteriores laterales verticales que alcanzaban los 3,20 metros de altura. En el interior del conducto las paredes se revistieron de mortero.

Una parte del acueducto de Adriano identificado en Tenea. 
Ministerio de Cultura de Grecia

Los investigadores también han encontrado un singular conjunto de monedas de plata datadas entre finales del siglo VI a.C. y la época de Alejandro Magno, hacia la década de 330 a.C. Las acuñaciones son de "excepcional importancia y rareza arqueológica", según detallan los expertos en un comunicado del Ministerio de Cultura. En total, se trata de 20 estáteros —de Helios, de Egina con una tortuga terrestre en lugar de una tortuga marina, de Estínfalo (Arcadia), Argos y Lócrida Opuntia, de Tebas que representa a Hércules ahogando con sus manos a dos serpientes o acuñadas en Olimpia durante diferentes ediciones de los Juegos Olímpicos—, 5 dracmas, 3 semidracmas y un dióbolo. Las piezas se han hallado asociadas al figurillas femeninas y jarrones en miniatura que desvelan un carácter ritual de la zona.


Al mismo tiempo, los arqueólogos han identificado vestigios del primer asentamiento humano en Tenea, fechado a finales de la Edad del Bronce (2600-2300 a.C.). En concreto se han documentado varios caminos con viviendas a los lados, herramientas de obsidiana, cerámicas hechas a mano con la que se fabricaron todo tipo de objetos (pithos o vasijas grandes, cántaros, platillos, etcétera), así como cucharas o un peine de hueso. La procedencia de estas piezas indica los contactos del asentamiento con otras regiones de la Antigua Grecia.

Imagen aérea de uno de los complejos documentados en Tenea. 
Los restos en amarillo son de época arcaica o helenística. 
Ministerio de Cultura de Grecia

Pero los hallazgos de esta campaña no se terminan ahí. Se ha podido identificar un interesante complejo de edificios con una cronología que abarca desde el final de la época arcaica hasta la helenística, con lugares de culto individuales, incluidas tres cisternas extremadamente elaboradas, una de ellas con escala catódica-anódica. También otras dos grandes instalaciones de época romana con numerosas estancias, corredores, hornos y zonas de almacenamiento, posiblemente una zona industrial. En esta zona han salido a la luz monedas de bronce que van del siglo I al VI d.C., acuñadas durante los gobiernos de Nerón, Domiciano, Marco Aurelio, Septimio Severo, Galieno, Constantino el Grande, Teodosio II o Justiniano II.

Las excavaciones en la zona de la necrópolis del yacimiento han documentado cuatro enterramientos de época arcaica ricamente decorados y seis tumbas del periodo romano: datadas entre los siglos III-IV d.C., escondían uno o varios cadáveres, principalmente de niños, y objetos como lámparas, monedas, vasijas de barro y vidrio o alguna joya.








Fuente: elespanol.com

En cada uno de estos puntos hemos encontrado monedas romanas. La pregunta es ¿qué demonios pasa con Sri Lanka?



En Oxford, hay todo un equipo de gente poniendo puntitos en un mapa. 15.202 puntitos que representan 15.202 'tesoros de monedas romanas'. 5.986.657 de monedas acuñadas entre el 30 antes de Cristo y el 400 d.C. que han sido encontradas, validadas y documentadas por todo el mundo.

El mapa es alucinante y da una visión muy certera de qué fue realmente el poder económico del Imperio. Se han encontrado tesoros en Yemen, en los Urales y hasta en la prefectura de Okinawa en Japón.

Sin embargo, lo que más llama la atención es Sri Lanka y el sur de la India. ¿Cómo es posible allí miles de monedas romanas?

¿Qué hace una moneda como tú en un sitio cómo este? Sorprende, sobre todo, porque repasando el mapa podemos ver que en la península arábiga, Irán o Pakistán no hay apenas ningún tesoro. Es más, siguiendo la "ruta de la seda" (una ruta que sabemos que los romanos transitaron y utilizaron a menudo) tampoco hay demasiados tesoros.

Y es que el sur de la India está muy lejos. Sobre todo, si tomamos como referencia los puertos romanos (que se concentraban en el mar rojo y, durante algún tiempo, en el golfo pérsico). Lo lógico, como ocurre en la subida del Nilo o en la ruta de la seda hasta China, es que viéramos un "línea de puntos" (más o menos definida) que conectara el Imperio con los destinos finales, pero no es el caso.

Hemos encontrado cosas en torno al estrecho del Mandeb y en la costa arábiga del estrecho de Ormuz; pero nada más hasta Guyarat, ya en la India. ¿Por qué hay tantísimas monedas tan lejos de Roma?

La clave está en el tiempo. En el tiempo atmosférico. Los romanos utilizaban los monzones (un tipo de vientos estaciones características del océano Índico) para navegar desde sus bases navales hasta los reinos tamiles del sur de la India. Aquellos reinos tenían intensas relaciones comerciales con Indochina e Indonesia.

De esa forma, los barcos romanos llegaban cargados de cristalería, vino, oro y plata y volvían, meses después (cuando el tiempo era propicio), cargados de especias, perlas, marfil y otros productos exóticos. Se cree que en Muzuris, uno de los grandes puertos del subcontinente en ese periodo, había un templo dedicado a Augusto. O sea, que la colonia romana era numerosas y posiblemente estable.

Esto encaja muy bien con el mapa, la verdad. Porque, recordemos, no marca sitios donde se han encontrado monedas de forma aislada. Marca el hallazgo de 'tesoros' y para trasportar grandes cantidades de monedas es mejor un barco que cualquier tipo de transporte de carretera de la época.

El caso de Sri Lanka. En la antigua isla de Ceilán se suman, además, dos grandes oleadas comercailes con Roma. La primera durante el siglo I (como el resto del subcontinente indio) y la segunda ya a partir de Constantino en el siglo IV. Eso (y la relativa estabilidad del reino ceilandés hasta la llegada de los europeos siglos más tarde) fue lo qe ha facilitado la conservación de tantísimas monedas.

En conclusión, ¿cómo no vamos a pensar en el Imperio Romano? Hace unos meses estallaba la polémica sobre si los hombres demasiado a menudo en el Imperio Romano. Sonaba raro, pero viendo este tipo de cosas... las proezas que lograban los romanos con una tecnología mucho menos poderosa que la nuestra son dignas de admirar.







Fuente: Javier Jiménez