Un tesoro de dominio público

La justicia considera patrimonio cultural 237 monedas de oro halladas en un edificio ruinoso de Valladolid



En 2016, la propietaria de una panera de Valoria la Buena (Valladolid, 640 habitantes) ordenó derribar ese almacén de grano, que sirvió de cárcel durante la Guerra Civil y que amenazaba ruina. Los operarios contratados para la demolición hallaron, escondida entre los muros de adobe bajo una escalera, una extraña vasija de la que nadie tenía constancia y que contenía al menos 237 monedas de oro. Tras cuatro años de vaivenes, la parte de ese tesoro que los operarios, vecinos del pueblo, no llegaron a gastar en burdeles cercanos ni empeñaron en establecimientos de compro oro, pasará al patrimonio cultural de la Junta de Castilla y León. El Tribunal Superior de Justicia de esta comunidad considera que el conjunto pertenece al dominio público y ha apagado las aspiraciones de la familia dueña del inmueble, que reclamaba las monedas por haber sido encontradas en su propiedad.

Las monedas, de “indudable valor histórico”, según la sentencia, se acuñaron entre 1773 y 1882, durante los reinados de Carlos III, Carlos IV, Isabel II y Alfonso XII. Uno de los obreros, arrepentido, confesó la apropiación a uno de los dueños de la vieja panera meses después del delito, y le entregó 199 piezas. El propietario del inmueble denunció el caso a la Policía, que se coordinó con la Guardia Civil para rescatar el resto del botín. La operación reveló fuertes desembolsos en clubes de alterne por parte de un cliente que presumía de poseer monedas antiguas y permitió localizar alguna. Los agentes peinaron los establecimientos de numismática de Valladolid y Palencia, donde los obreros acudieron para vender piezas. Asimismo, constataron que varias monedas recalaron en el mercado negro.

César Jiménez, sobrino de los propietarios, calcula que el botín ascendía a 600 monedas, pero que los posteriormente condenados por hurto se gastaron buena parte en burdeles o lo convirtieron en efectivo en casas de empeño. Jiménez recomienda irónicamente a quienes posean alhajas, que “no las guarden bajo una escalera y se mueran”: no entiende que a pesar de llevarlas a la comisaría y denunciar el hurto se las quede la Administración. La panera es suya, dice, “desde que existen registros de propiedad”.


Las monedas recalaron en el Museo Provincial de Valladolid, a cargo de la Junta. Un juzgado condenó en 2018 a los operarios. Posteriormente, el director de Patrimonio Cultural autonómico denegó que se le devolviera el oro a los Jiménez, que acudieron a los tribunales. Su objetivo frustrado: recuperarlas o que les abonaran su valor. El Museo las tasó en 65.050 euros, si bien la familia presentó un análisis pericial, rechazado después, que lo elevaba a 75.012 euros, según el precio del oro, y a 95.740 euros de valor numismático. Jiménez critica que se tasaron “por debajo del valor del oro”. Eloísa Wattenberg, directora del museo, explica que actuaron como “peritos para el juez”.

El tribunal superior autonómico considera que esta fortuna constituye dominio público e integra el patrimonio cultural de Castilla y León, sin necesidad de declararlas de interés cultural o inventariado. Según la justicia, las monedas que se ha conseguido recuperar sirven para entender los procesos de acuñación y proporcionan información sobre la economía y el comercio en Castilla.

El artículo 351 del Código Civil establece que si alguien encuentra de manera casual un “tesoro oculto” su valor debe repartirse a medias entre los propietarios del terreno en el que se encuentra y los descubridores. La ley de Patrimonio Cultural de Castilla y León matiza que si aparecen de manera fortuita “objetos y restos materiales” que representen valores culturales, “en ningún caso” se aplicará dicho artículo 351.

El consuelo que le queda a la familia de Valoria supone un “premio” que otorga la consejería de Cultura y que corresponde a la mitad del valor de los objetos encontrados. Esta cantidad debería dividirse entre los propietarios y los halladores. Los Jiménez obtendrían así unos 16.000 euros. Wattemberg apunta que esa norma solo se aplica “si hay buena fe”, y que los condenados no deben recibir nada. César Jiménez se resigna: solicitarán esa cuantía, pero le dolería repartirla con quienes hurtaron la vasija escondida hace quién sabe cuánto en la vieja escalera.




Se acaba el plazo para canjear pesetas por euros: las de Franco ya no se cambian, las del agujero, sí


Se acerca la fecha límite para poder cambiar las pesetas por euros. Concretamente, el adiós definitivo a la emblemática moneda tendrá lugar el próximo 31 de diciembre, fecha que ha estipulado el Banco de España para dejar de cambiar euros por pesetas.

Según las últimas estimaciones del organismo, los españoles aún conservan en sus casas pesetas por valor de 1.601 millones de euros: 812 millones en billetes y 789 millones en monedas. Sin embargo, son muchas las preguntas que se hacen los ciudadanos interesados en cambiar sus pesetas:

¿Cuánto me darán por mis pesetas?

El tipo de cambio para billetes y monedas es de 1 euro = 166,386 pesetas. Ni el estado, ni la antigüedad, ni el hipotético valor numismático afectarán en el valor.

¿Se pueden cambiar todas las pesetas?

No, el Banco de España no recoge todas. Se cambiarán solo los billetes con fecha posterior al año 1939, además de los emitidos entre 1936 y 1939, aunque estos últimos serán analizados por los expertos del Banco de España antes de canjearlos. El estado de los billetes también puede ser motivo para denegar su cambio, ya que no recogerán aquellos que "presenten una superficie igual o inferior al 50% del billete".

En cuanto a las monedas, se cambiarán las que estaban en circulación el 1 de enero de 2002, ya que las anteriores fueron sustituibles hasta 1997. El Banco de España reembolsará las monedas aunque no estén en buen estado, y será una máquina la que reconozca cuáles reúnen los requisitos. También podrán cambiarse todas las monedas que circulaban en el momento del lanzamiento del euro, incluidas las de 2.000 pesetas y las monedas de colección, conmemorativas y especiales. El Banco de España lanzaba hace unos días una encuesta en la que daba tres opciones de pesetas que se podían cambiar y aparecía la de 5 pesetas del 49 con la cara de Francisco Franco, que ya no se cambia.

¿Cómo y dónde se hace el cambio?

El cambio a euros se puede realizar en las quince sucursales del Banco de España, presentes en A Coruña, Alicante, Badajoz, Barcelona, Bilbao, Las Palmas, Málaga, Madrid, Murcia, Oviedo, Palma de Mallorca, Sevilla, Tenerife, Valencia, Valladolid y Zaragoza. Sin embargo, no basta con presentarse en estas sucursales, sino que hay pedir cita previa llamando al 913385000 entre las 8.00 y las 17.00 horas, o través del formulario disponible en la página web del Banco de España. Los interesados tendrán que identificarse con su DNI, pasaporte o tarjeta de residencia.







La Fábrica de Moneda y Timbre pone en circulación el lunes un sello de Medina Azahara, como Patrimonio Mundial


La Fábrica Nacional de Moneda y Timbre-Real Casa de la Moneda puso en circulación, a partir del lunes 5 de octubre, una serie de sellos de correos denominada 'Patrimonio Mundial. Ciudad Califal de Medina Azahara', con una tirada de 125.000 hojas bloque y un valor postal de cuatro euros por cada hoja.

Dentro de la serie denominada 'Patrimonio Mundial', se emitirá una hoja bloque, con un sello de correo, dedicada a la 'Ciudad Califal de Medina Azahara', declarada Patrimonio Mundial por la Unesco en el año 2018.

En la hoja bloque y en el sello de correo, según recoge la resolución publicada en el BOE, "se reproduce una imagen del yacimiento arqueológico de esta majestuosa ciudad palatina, construida en el siglo X, como sede del Califato de Córdoba".

En cuanto a las características técnicas del sello 'Ciudad Califal de Medina Azahara', se imprime por el procedimiento de "Calcografía y Offset", en un soporte "estucado, engomado, fosforescente y mate", siendo el formato del sello de 40 por 70 milímetros, en sentido vertical, acabado en arco y dentado.

El formato de la hoja bloque es de 150 por 104,5 milímetros, en sentido horizontal, mientras que el "valor postal de la hoja bloque" es de cuatro euros", estando prevista "una hoja bloque con un sello" en el marco de la mencionada tirada de "125.000 hojas bloque".

La venta y puesta en circulación de esta serie de sellos dedicada a Medina Azahara como Patrimonio de la Humanidad de la Unesco "se inició el día 5 de octubre de 2020", y la "distribución a los puntos de venta" de dicha serie "cesará el 31 de diciembre de 2022", si bien "conservará indefinidamente su valor a efectos de franqueo, hasta que se dicte orden en contrario".






El tesoro único de 500 monedas de oro y plata que apareció en Alicante escondido en un muro

 El hallazgo casual en una casa de Sant Joan d'Alacant de medio millar de monedas acuñadas entre 1708 y 1823 constituye la segunda entrega de la serie sobre los tesoros arqueológicos encontrados en España.



Durante las obras de reforma de su casa en Sant Joan d'Alacant, en el momento de derribar un muro facturado con mortero de cal y arena de unos 80 centímetros de grosor, Vicente Ferrer Escrivá y sus dos compañeros de faena descubrieron un espacio hueco que escondía una olla de cocina. Al levantar la tapa para ver si contenía algo se llevaron una sorpresa mayúscula: allí había medio millar de monedas de oro y plata acuñadas por reyes españoles de los siglos XVIII y XIX. En un acto poco habitual de civismo, el propietario del inmueble, como ordenaba la ley, se desplazó hasta el ayuntamiento para informar sobre el hallazgo del conjunto numismático.

El Tesoro de Sant Joan d'Alacant, una localidad situada a ocho kilómetros de Alicante, salió a la luz en la mañana del 13 de abril de 1963, en el número 6 de la calle Colón. Llevaba 140 años oculto, camuflado de un posible pillaje de las tropas absolutistas y el ejército francés de los Cien Mil Hijos de San Luis, que para aquel entonces —la segunda mitad de 1823—, asediaba con dureza la zona, último bastión de la España liberal. Su propietario era un jornalero apolítico de nombre Antonio Quereda Chápuli, que decidió poner a salvo sus ahorros ante el olor de la pólvora y los bramidos de los cañones.

Este conglomerado numismático, que se conserva y expone en la actualidad en el Museo Arqueológico de Alicante (MARQ), está compuesto por 15 monedas de oro y 486 de plata emitidas desde el reinado de Felipe V —el mejor representado cuantitativamente— hasta el de Fernando VII. Las más antiguas están datadas en el año 1708 y las más modernas son reales de a cuatro de 1823; casi siglo y medio de acuñaciones por el que discurren todos lo monarcas de la época, además de los citados: Luis I, Fernando VI, Carlos III, Carlos IV y José I. Incluso hay piezas con la efigie del archiduque Carlos, el rival del primer Borbón español durante la Guerra de Sucesión.

Vista de la huerta de Alicante según Cavanilles

Además de la variedad, otra de las peculiaridades del tesoro que lo hacen "prácticamente único" es la elevada proporción de monedas de uso común para los intercambios cotidianos. "Los valores más representados son los reales de a 2, los reales de a 8 y los reales de a 1. Son monedas que tienen escaso valor (salvo los reales de a 8), e inusuales en atesoramientos porque resultan inapropiadas para el acopio de riqueza con la intención de esconderlas", escribe Julio J. Ramón Sánchez, arqueólogo y especialista del MARQ en numismática, en el artículo El tesoro de Sant Joan d’Alacant: historia del hallazgo y de su divulgación científica y social.

Todas esas características coinciden con el retrato socioeconómico que los expertos han podido realizar de su dueño y propietario de la casa —murió sin legar testamento y sin herederos directos— en el momento del ocultamiento. Este ha sido fechado en 1823 por el mínimo desgaste de las monedas emitidas en ese año y que fueron descubiertas en la olla. El sanjuanero lo escondió entre los muros de su hogar, pero falleció sin poder rescatarlo, sin confesarle su secreto a nadie.

Antonio Quereda Chápuli pertenecía, al menos por línea materna, a una familia acomodada de labradores de Sant Joan d'Alacant. Se sabe que en 1784 era el criado de un tal Crisostomo Peres, quien en su testamento le otorgó una casa en la localidad alicantina, concretamente en la calle del Carmen. Esa herencia le brindó al hombre una posición económica ventajosa que puede explicar su capacidad de ahorro. Dos décadas más tarde, a finales de 1803, ya desempeñando labores de jornalero, Quereda vendió este inmueble y compró el 7 de mayo del año siguiente el edificio en el que se descubriría el conjunto de monedas.

El lote hallado desvela que el jornalero recibía monedas de poco valor como retribución por sus servicios relacionados con un empleo concreto o esporádico y que era pagado de manera inmediata. Los expertos han cifrado la riqueza del tesoro en 5.948 reales de vellón, el metálico utilizado en la época, siendo las piezas más valiosas las acuñadas en el intervalo entre 1774-1813, cuando Antonio Quereda empezó a trabajar, recibió la herencia y realizó la venta y compra de las casas.

Monedas de oro del Tesoro de Sant Joan d'Alacant. MARQ

"Si tenemos en cuenta que en esa época en Alicante el secretario del Ayuntamiento cobraba un sueldo de entre 8.000 y 9.000 reales de vellón anuales, el alguacil entre 752 y 1.440 y el barrendero 451, la riqueza del tesoro de Antonio Quereda no representa una fortuna formidable pero tampoco es desdeñable si tenemos en cuenta su biografía y su contexto socioeconómico", explica Julio J. Ramón Sánchez. "La cantidad que escondió debió ser fruto de una paciente labor de ahorro y resultado de toda una vida de trabajo, y para él constituiría una auténtica fortuna". Es decir, esa suma de dinero le aseguraba la subsistencia y afrontar la vejez con cierta tranquilidad.

¿Pero qué motivo empujó a Antonio Quereda a horadar en un muro de su casa, que se veía nada más entrar, un espacio secreto en el que guardar sus ahorros? El ambiente de incertidumbre e inestabilidad: Alicante fue el último bastión liberal en ser sometido, el 6 de noviembre de 1823, por los Cien Mil Hijos de San Luis, el ejército francés que arrolló toda España para reinstaurar al absolutista Fernando VII en el trono. La localidad de Sant Joan d'Alacant estuvo casi hasta el final bajo el dominio de la plaza alicantina, con lo que seguramente fue sometida a una fuerte presión fiscal y a las confiscaciones para organizar la defensa.

Ni el jornalero ni ningún miembro de su familia, que se sepa, se enrolaron en luchas políticas. No hay evidencias de que Quereda estuviese a favor del régimen liberal ni de que aplaudiese a rabiar el regreso del rey felón. Decidió ocultar su fortuna ante posibles incautaciones de ambos bandos. No se lo dijo a nadie, confiando en que el peligro se pasaría en un puñado de semanas, pero una muerte inesperada —la hipótesis que defienden los investigadores— sepultó el Tesoro de Sant Joan d'Alacant durante un siglo y medio. Tardaría tres décadas más, desde 1963 a 1994, en ser expuesto como una joya más del patrimonio histórico español.







Fuente:elespanol.com