Un Doble Águila de 1933. La única que puedes poseer legalmente.



Cuando una moneda alcanza en una subasta un precio final de 18.872.250$, el comprador no está adquiriendo una moneda: está adquiriendo parte de la Historia.

El pasado 8 de junio, Sotheby´s vendía por ese precio un Doble Águila de 1933 (ejemplar Farouk-Fenton-Weitzman), cuyo diseño se debe al escultor Augustus Saint-Gaudens y se remonta a 1906. Acuñado en Filadelfia, es de oro y tiene un valor facial de 20$. Presenta en anverso a la Libertad avanzando, llevando antorcha en mano derecha y rama de olivo en izquierda; leyenda LIBERTY y fecha 1933 en campo derecho. Su reverso, muestra un águila en pleno vuelo; leyenda UNITED STATES OF AMERICA TWENTY DOLLARS y IN GOD WE TRUST en campo inferior.

Estados Unidos comenzó a acuñar oro en 1795, con unas monedas creadas por Thomas Jefferson y Alexander Hamilton.

Entre 1929 y 1933, la economía estadounidense colapsó. Y, en este contexto, el oro fue el único medio de compraventa de tal manera que las personas acudían a los bancos a sacar oro.

La situación era tan complicada que una de las primeras medidas de Franklin Delano Roosevelt como Presidente fue invocar poderes de guerra y prohibió el pago en oro por parte del Gobierno y comenzó a retirarlo de la circulación. Así, el 6 de marzo de 1933, los Estados Unidos abandonaban el patrón oro.

Esto sucedió exactamente al mismo tiempo que, en la ceca de Filadelfia, las monedas de oro con fecha de 1933 salían de las prensas: se fabricaron 445.500 Dobles Águilas que, de no ser por la orden del presidente Roosevelt, habrían circulado con total normalidad. Estas monedas se fundieron para convertirse en lingotes a lo largo de un proceso que duró más de 2 años.

Anverso del Doble Águila de 1933 

Pero no se destruyeron todos los ejemplares de Dobles Águilas de 1933 ya que, desde ese mismo año, se conocen varias ventas de estos entre coleccionistas.

En 1944, uno de ellos apareció en una subasta organizada por la casa Stacks y en el catálogo se describía como perteneciente a la colección James W. Flanagan. Es en ese momento cuando el Servicio Secreto de los Estados Unidos comienza una investigación sobre la procedencia de esta moneda.

Fruto de esa investigación, se determina que los Dobles Águilas existentes en colecciones privadas son una propiedad robada, y así lo comunican a los propietarios. Muchos de ellos devolvieron sus ejemplares al Gobierno estadounidense. Pero hubo otros que no lo hicieron.

Reverso del Doble Águila de 1933

En 1995, se aceleran los acontecimientos. El ejemplar que nos ocupa salió a la luz de la mano de Stephen Fenton, un distribuidor inglés. Fenton llegó, a través de varios contactos, a un comerciante de Texas quien conocía que estas monedas eran un producto “delicado” y se puso en contacto con el Servicio Secreto. Fenton fue arrestado llevando la Doble Águila de 1933 en el bolsillo.

A partir de ahí comienza un litigio que finalizó con un acuerdo entre Fenton y el Gobierno de Estados Unidos: el Gobierno daba permiso para la venta de la moneda y dividían la ganancia entre ambos (50-50).

La moneda de Sotheby´s, el espécimen Farouk-Fenton-Weitzman, se ha vendido junto con el certificado de monetización, firmado por la Directora de la Casa de la Moneda de los Estados Unidos en 2002, y que viene a legalizar de nuevo la circulación de esta moneda. Cualquier otro ejemplar que pueda existir es propiedad del Gobierno de los Estados Unidos y, en consecuencia, es ilegal poseerlo y está sujeto a incautación.

Certificado de monetización

Con todo ello, este Doble Águila de 1933 es ejemplo de la última serie de oro acuñada por Estados Unidos. Pero también es el único ejemplar de Doble Águila de 1933 que una persona puede tener en propiedad de forma legal.


Leer más >>> Sobre los Dobles Águilas









Fuente: panoramanumismatico.com

Encuentran dos monedas acuñadas por rebeldes judíos hace casi 2.000 años


El extenso yacimiento de Khirbat Jib’it, se levanta en una loma a 30 Kms al noroeste de Jerusalén.

La moneda más antigua de las dos se halló en Khirbat Jib’it, un conjunto de ruinas en territorio palestino equipadas con baños rituales y cuevas funerarias entre otros restos. Basándose en su iconografía, el director de las excavaciones Dvir Raviv afirma que esta moneda fue acuñada durante la gran revuelta judía que estalló entre los años 66-73.


Las imágenes que la decoran son típicas de Judea. En el anverso hay representadas unas hojas de parra junto a la inscripción “libertad de Sión”, mientras que el anverso muestra una ánfora con dos asas y “año dos”. Se trataría así de una acuñación hecha en el segundo año de la revuelta contra los romanos, el 68.

A principios del siglo I Judea era un conjunto de reinos clientes sometidos a los romanos, que controlan la región desde Jerusalén mediante un procurador. Sin embargo las continuas injerencias de Roma sobre el modo de vida y la religión locales unidas a los abusivos impuestos, terminaron por provocar una serie de levantamientos con el fin de recuperar la independencia.

Pese al valor que mostraron los judíos, este primer levantamiento terminó en un tremendo fracaso: Jerusalén fue tomada, los rebeldes ejecutados o esclavizados y Judea convertida en provincia romana. Pese a este duro revés los israelitas continuaron con la lucha armada, protagonizando una nueva insurrección en el 132, para oponerse a la conversión de Jerusalén en colonia romana y la construcción de un santuario a Júpiter sobre las ruinas del Templo.


En las cuevas de Wadi Rashash se encontró una de las monedas, los judíos decidieron llevar a cabo una guerra de guerrillas desde escondrijos como este para evitar enfrentarse a las legiones en batalla

De ese período es la segunda pieza, encontrada en una de las cuevas desde las que los judíos lanzaban incursiones contra los romanos a solo un kilómetro de Khirbat Jib’it. Según Raviv esta moneda fue fabricada en el 134 o el 135, como parte de un programa del líder de la insurrección Bar Kokhba para dotar de fondos y paga a los diferentes grupos guerrilleros que combatían contra Roma.


El carácter sagrado de esta guerra es evidente en una de las caras de la pieza en la que hay representada la hoja Lulav, usada para elaborar un ramo durante la fiesta del Sucot. La planta está rodeada por una corona de laurel y el lema “por la libertad de Jerusalén”. En la otra cara se puede ver el nombre de Simón Bar Kokhba junto a una lira, posible referencia a los salmos del rey David.

Estos nuevos hallazgos permiten identificar con más precisión las fases de ocupación de ambos yacimientos y son asimismo un claro ejemplo de la tenaz voluntad de resistencia que los habitantes de la zona mostraron hacia los romanos.









Fuente: historia.nationalgeographic.com.ee

Pruebas en China de la fábrica de monedas más antigua del mundo



Evidencia de la instalación de acuñación de moneda más antigua del mundo ha sido encontrada en excavaciones recientes de una fundición de bronce en China.

Los orígenes de la acuñación de metales y la monetización de las economías antiguas han sido durante mucho tiempo un foco de investigación tanto en la arqueología como en la historia económica.

En una nueva investigación publicada en Antiquity se informa del hallazgo de moldes de arcilla para fundir monedas en forma de pala, características del periodo Zhou Oriental (c. 770-220 a. C.) en Guanzhuang, provincia de Henan.

Las características técnicas de los moldes demuestran que el sitio funcionaba como una casa de moneda para producir monedas estandarizadas.

La datación sistemática por radiocarbono indica que se desarrolló una acuñación bien organizada entre el 640-550 a. C., lo que convierte a Guanzhuang en el sitio de acuñación más antiguo conocido y fechado de forma segura.

Este descubrimiento proporciona nuevos datos importantes para explorar el origen de la monetización en la antigua China, según los autores, liderados por Hao Zhao, del Centro de Computación de la Universidad de Zhengzhou.

¿Por qué algunas monedas tienen ranuras y marcas en los bordes?


A lo largo de toda la historia de la humanidad, las monedas se han hecho a partir de oro y plata entre otros metales preciosos. Cuando aún no habían aparecido los billetes, las monedas eran la única forma de poder comprar cosas.

El uso de estos metales preciosos en las monedas daba pie a la picaresca. Muchas personas se dedicaban a limar las monedas, para así vender el oro o la plata y conservar al mismo tiempo la moneda. De esta forma, se ganaban un dinero extra con el polvo de los metales, y utilizaban la moneda como si esta tuviera el mismo valor que antes de limarla.

Para evitar engaños, los mercaderes decidieron pesar las monedas. Si el peso estaba por debajo de lo acordado, pedían más monedas, pues era señal de que alguna de ellas estaba limada y no tenía el valor que le correspondía. Ahora la picaresca la tenían los mercaderes, pues trucaban las básculas para pedir más monedas.

En 1696 Isaac Newton fue nombrado director de la Casa de la Moneda Inglesa, un puesto que ejerció durante 30 años. Durante ese periodo logró mejorar el sistema monetario en Inglaterra gracias a la imposición de estrictos estándares de precisión y calidad.

Una de sus medidas fue la de acuñar las monedas con ranuras y marcas en los bordes, así, cuando faltara alguna de estas marcas, se podía saber con facilidad que esa moneda había sido limada y por tanto ya no tenía el valor asignado. Con esto, Inglaterra fue el primer país que comenzó a acuñar monedas con marcas en sus bordes.

Primer plano de pila de monedas antiguas de una libra. 
Palabras en latín y galés en los bordes - Inglaterra, Reino Unido.

Las marcas siguen siendo necesarias por otros motivos

Aunque en la actualidad el componente principal de las monedas ya no es ni oro ni plata, las marcas en sus bordes siguen siendo muy útiles. Para las personas invidentes podría suponer un problema diferenciar el valor de las monedas si todas fueran iguales. Cuando en los noventa, el Banco Central Europeo (BCE) estaba creando el euro, llegaron a un acuerdo con la Unión Europea de Ciegos (UEC), para diseñar monedas y billetes que facilitaran la diferenciación a las personas con problemas de visión.

“Un diseño que responda a las necesidades de los invidentes o personas con problemas de visión responde también a las necesidades de los demás ciudadanos”, explica el BCE que este fue el principio en el que se basaron para diseñar los billetes y monedas en los años noventa.

Como explica el BCE, las monedas de 2€ tienen unos caracteres grabados en el canto, las de 1€ intercalan secciones muy finas con tres secciones lisas, las de 50 y 10 céntimos tienen un canto con festón fino, las de 20 céntimos tienen un canto liso y siete acanaladuras, las de 5 y 1 tiene el canto liso y las de 2 céntimos tienen una ranura alrededor de todo el canto.

Además de todo esto, las monedas tienen distintos tamaños, pesos y grosor según su valor, “cuanto más elevado es su valor, mayor es el peso, excepto en el caso de la moneda de 1€”, explica el BCE. Se suele decir que el canto es la tercera cara de las monedas, y conociendo esto quizás ahora tenga más sentido que nunca.


Los cantos de todas las monedas de 2 euros y sus variantes

Para algunos coleccionistas, como yo, el canto de la moneda es lo ultimo que miramos y algo en lo que no reparamos demasiado. En cambio para otros muchos es una parte muy importante de la que también coleccionan sus diferencias, si las hay.


Los compañeros de Les Amis De L’Euro han publicado un documento PDF en el que podéis ver todos los cantos y sus variantes, conocidas popularmente como tipos A y B, de todas las monedas de 2 euros emitidas hasta la fecha.


Básicamente para saber si la moneda es tipo A o tipo B debemos poner la moneda con la cara común hacia abajo y según las inscripciones que se vean, comparándola con el documento enlazado más arriba, sabremos que tipo es.



Hallan en Florida una moneda rara de oro en un galeón español del siglo XVII valorada en más de 80.000 euros


La empresa Mel Fisher's Treasures ha encontrado, por primera vez en 20 años, una moneda de oro del cargamento del galeón Nuestra Señora de Atocha, cuyos restos fueron descubiertos en 1985 en aguas de los Cayos de Florida por un equipo comandado por el buceador y cazatesoros Mel Fisher (1922-1998).

Los galeones Santa Margarita (encontrado en 1980) y Nuestra Señora de Atocha, formaban parte de la Flota de Tierra Firme, que había zarpado de La Habana con destino a España cargada de riquezas del nuevo mundo y fue sorprendida por un huracán frente a la costa de los Cayos de Florida en 1622.


El buque de rescate de Mel Fisher's Treasures, JB Magruder, con el recién nombrado capitán Tim Meade al timón, descubrió esta moneda de oro de Atocha, extremadamente rara, el 16 de julio de 2021. La moneda fue encontrada por el buscador de tesoros de segunda generación, el ingeniero Zach Moore. Curiosamente, su padre, William Moore, fue parte de la tripulación que halló y recuperó la carga originiaria del Atocha en 1985.


Durante una inmersión hace más de 35 años, William y los otros buzos encontraron 165 libras de lingotes, cadenas y discos de oro. Su madre, Julie Moore, también fue buceadora en el yacimiento de Atocha durante este hallazgo y también fue parte de muchos otros. Bill también trabajó como Conservador Jefe en la Operación de Flota de 1715 en el Museo del Tesoro de Mel Fisher en Sebastian Florida durante muchos años.

La última moneda de oro recuperada en este pecio tuvo lugar en 2001, siendo con esta última 121 las monedas de oro encontradas en el enclave subactuático. Su valor actual, según la propia página web de la empresa de cazatesoros, es de 83.000 euros e incluso creen que podría ser mayor.
Golpe a nuestra historia


Recordemos que este y otros casos son el recuento de un robo, del gran golpe de la historia. Lleva ocurriendo décadas, en los que España apenas ha salido de una pasividad casi tan perniciosa como el expolio. Tanto en el Atocha como en otros casos, hay un patrón que se repite: el expolio se comete utilizando la información de nuestros archivos y acabamos comprando las piezas expoliadas y exponiéndolas en nuestros museos, o enredados en largos litigios, muy costosos que no aportan verdadero conocimiento. España no ha excavado aún ni un navío de Indias ni un galeón.

La industria cazatesoros lleva actuando desde los años sesenta sobre buques de origen hispánico con un fin lucrativo, pero el resultado ha sido la destrucción de yacimientos arqueológicos. Ese daño ha borrado zonas de la historia común de España y América que nunca más se podrán recuperar. Lo peor es que no sabemos el alcance global de su actividad, aunque lo poco que sabemos supone demasiado daño. Y lo peor, una sociedad como la española no ha sabido organizarse para poner enfrente de las actividades destructivas de estas empresas todo el saber de la ciencia para que aquellos naufragios ayuden a entender nuestro pasado y nuestro presente.


El Atocha es el caso más mediático de la historia. Mel Fisher destrozó el yacimiento haciendo agujeros con los motores de su barco y desperdigando todo lo que no fuera de metal. Una vez más en su día España, el Ministerio de Cultura, compró algunos objetos, depositados en el Museo de Artes Decorativas. Y un cañón permanece como recordatorio en el Archivo de Indias, donde entran a diario los «espías» o investigadores mercenarios que ofrecen a las empresas la información precisa para acabar expoliando nuestro patrimonio y lucrarse.

Los arqueólogos que han podido ver yacimientos reventados con las turbinas describieron la desolación que produce contemplar el fondo marino horadado, que comparan con un «patatal» o «un campo de tiro». Imaginar lo que los científicos habrían sido capaces de hacer con toda la información volada por la fuerza de los motores de un barco concentrada en el fondo, entristece: objetos personales, textiles, información vital sobre aquella sociedad...