Imaginemos una moneda tan, pero tan fuerte que ya en el siglo 17 podías con ella comprar algún recuerdo al pie de la Muralla China, un plato picante en un mercado perdido del sudeste asiático, algo de tabaco o maíz en todo el continente Americano y hasta pagar un alojamiento en cualquier rincón de Europa. Esa moneda existió, perteneció al imperio español y los invito a descubrirla.
En un comienzo, el ser humano se basó en los bienes que poseía o generaba para comercializar con sus semejantes. Así nació el trueque, donde por ejemplo un pastor intercambiaba con un agricultor, su oveja por un saco de harina. Pero este comercio poseía una dificultad: ¿cómo hacía el pastor para conseguir harina si por alguna razón se había quedado temporalmente sin ovejas? La respuesta fue buscar un objeto que tuviera un valor representativo y que toda la comunidad lo aceptase. Claro que para que ese objeto intercambiable tuviera cierto valor, debía ser escaso y por cuestiones logísticas, de fácil traslado.
Las monedas más antiguas que se conocen fueron encontradas en la actual Turquía y datan del siglo 7 a.C. Las fábricas de monedas se llamaban cecas (se escribe con c) y su trabajo comenzaba con conseguir un metal de cierto valor, como oro, plata o cobre e intentar darle una forma y peso constante. Dado que por entonces el metal disponible era muy rudimentario y de calidad variable, una vez fabricadas las monedas muchas veces se les quitaba metal si excedían el peso convenido quedando sus bordes como mordidos, completamente irregulares.
El último paso en la ceca o fábrica de moneda, era imprimirle a cada una un sello distintivo. Para esto se utilizaba un cuño, una especie de sello tallado en metal duro, que al martillar sobre cada moneda dejaba dibujado de qué fábrica había salido. Las monedas que se acuñaban en la ceca de Segovia por ejemplo, que funcionó desde épocas romanas hasta 1870, llevaron como sello la imagen del famoso acueducto de esa ciudad. Hoy en día, los cuños no son muy encontrados en el registro arqueológico, dado que cada ceca era muy celosa de este instrumento guardándolo bajo siete llaves y una vez gastados eran destruidos para no correr el riesgo de ser usados por terceros para falsificar monedas. A propósito, la palabra moneda tiene su origen en la ceca de Roma, que al encontrarse por entonces muy cerca del templo de la diosa romana Moneta, con el tiempo tomó su nombre.
Real de a Ocho 1350-1540
Felipe III - Ceca de Potosí
Durante la colonización de América, el imperio se encontró con grandes yacimientos de plata que rápidamente comenzó a explotar. Los números hablan por sí solos: en el archivo de Indias de la ciudad de Sevilla consta que tan sólo los primeros 150 años de colonización, llegaron a esa ciudad desde tierras americanas 16 millones de kilos de plata.
8 reales de plata con el escudo de los Reyes Católicos, acuñado en Sevilla. Sin fecha pero posterior a 1497.
Columnario-México-1770
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