Deciden hacer obras en su cocina y descubren más de 200 monedas de oro bajo el suelo


Imagínese que llega el verano, que le apetece hacer un cambio en su casa y se deciden a reformar la cocina. Momentos de ilusión y de pereza a partes iguales. Ruido, desorden, suciedad. 


Llega el momento de levantar el suelo y cuando los obreros están en plena faena, con pico y pala en mano, levantando arena de su vivienda unifamiliar, aparece un tarro del tamaño de una lata de Coca-Cola llena de monedas de oro. Esta historia que podría formar parte perfectamente de cualquier sueño de verano ha sido la que acaba de vivir un matrimonio británico en el pueblo de Ellerby, North Yorkshire, cuya vivienda del siglo XVIII había sido ocupada previamente por una familia de comerciantes rica e influyente, los Fernley-Maisters importadores y exportadores de mineral de hierro, madera y carbón y miembros del parlamento en aquella época.


Al abrir el bote se dieron cuenta de que lo que brillaba tanto no era cableado eléctrico como pensaban en un primer momento, sino un espectacular tesoro de 264 monedas de oro valorado en 250.000 libras esterlinas (casi 300.000 euros), una vez analizadas por un experto y puestas a disposición de los coleccionistas para el próximo otoño por parte de los subastadores londinenses Spink & Son.


Entre los hallazgos más importantes de la colección se encuentra una guinea (moneda de oro que se utilizó en el Reino Unido, antes de que adoptase el sistema decimal en 1971) de Jorge I de 1720, que tiene un error de acuñación (la moneda no tiene la cabeza del rey, en lugar de tener dos lados de la moneda), por lo que se espera que alcance un precio de 4.000 libras esterlinas, y otras guinea de Carlos II de 1675, que tiene un error de ortografía (con el nombre en latín del rey escrito incorrectamente como CRAOLVS en lugar de CAROLVS) por la que se puede llegar a sacar 1.500 libras esterlinas.


Las monedas datan de 1610 a 1727, que suele ser un período largo para un tesoro, por lo que se considera que la familia Fernley-Maisters estuvo guardando esas monedas durante varias generaciones hasta que el bote de las monedas fue escondido en algún momento bajo el suelo hasta el descubrimiento totalmente fortuito por parte de este matrimonio, que, a diferencia de muchos cazadores de tesoros, que se afanan en buscar en los lugares más recónditos posibles, nunca han usado un detector de metales ni nada similar.






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